Programa 21 de Tasas Chinas, acá y acá. Diego Valenzuela sobre Sarmiento, historia y política del AMBA y Alejandro Pereyra sobre Ley de medios. Y el debut de la hermosa cortina de Tasas Chinas que nos ofrendaron los amigos de Xtantiero.
Soundtrack: Ryuichi Sakamoto/Gustavo Santaolalla, the Beta Band, Xtantiero, Santullo, Paolo Conte.
¿En qué estábamos?
Estimados oyentes, éste es el programa número 21 de Tasas Chinas.
"Si hay algo que quieran decir, diganlo a los gritos que está todo bien."
Soundtrack: Ryuichi Sakamoto/Gustavo Santaolalla, the Beta Band, Xtantiero, Santullo, Paolo Conte.
Para los que quieren sufrirla de nuevo, va la introducción del programa.
¿En qué estábamos?
Este es el programa número 21 de Tasas Chinas en la era del yuyo.
Las tasas ya no son chinas, son japonesas. Un poco por arriba del 1% este año, un poco por arriba del 3% el año siguiente. Nos salva Brasil: si levanta, nos levanta un poco; si no levanta, como parece…bueno, consuelo de tontos.
Y el yuyo ya no es lo que era. El precio puede subir, claro. También puede bajar. Así estamos, pendulando del tallo, negando la ley de gravedad. Como las tapas del día antes de la elección, Carta Abierta tiene dos versiones ya escritas sobre el tema. En una el héroe vence al mundo, en la otra el héroe nos defiende del mundo. En ambos casos el resultado será, a posteriori, cantado. En las postrimerías de la era del yuyo la realidad sólo confirma la ficción.
Lo que el relato no tolera es la postergación. Entre victorias y derrotas, entre amigos y enemigos, la realidad se filtra en los intersticios, justo en el medio de discursos antagónicos. Cuesta articular la medianía, la falta de definición, la suspensión del desenlace. ¿Cómo interpretar los datos cuando no tienen dirección, cuando sólo nos dicen que seguiremos más o menos así por un tiempo indefinido, cuando la trama apenas avanza, imperceptible como un caracol?
En el discurso mediático la realidad habla a los gritos, cualquier dato es señal del colapso inminente, o prueba del resurgimiento inminente. La realidad se desmaterializa dinamitada por el montaje cinético, por la adrenalina del minuto a minuto, por el facón de Gvirtz o el primer plano lacerante de Mauro Viale. El discurrir cotidiano, sin estridencias, no contribuye al relato. El maestro de ceremonias se aburre, mira ansioso al productor, pide un corte. A las medias tintas las escupe Dios. Por eso el final de la programación nos deja un malestar que a esas alturas cuesta identificar de dónde viene.
Tu sombra está sobre la línea de seguridad, le dice el personaje de Kangho Song en la película coreana Zona de Seguridad Compartida, que se desarrolla en la zona de seguridad compartida entre las dos Coreas. La realidad argentina habita ese no lugar entre fronteras ideológicas de la guerra fría. A cada paso suena el fuego cruzado de los guardias apostados a ambos lados de la zona, contra un fondo de propaganda oficial que sale continuamente de los parlantes.
Nos zambullimos bien por debajo de la ola gigante hasta casi tocar el fondo de arena y nos quedamos un rato largo, quietos, rodeados del silencio del mar. El estruendo de la ola es un sonido que se extingue lejano, como el bajo del último tema de la fiesta en la terraza. Salimos a la superficie y reconocemos de un lado el horizonte, del otro la playa. La realidad sigue ahí. Intacta.
"Esta es la definición de mi vida", dice Stephen Manson. "Tirado en la cama bajo la luz del sol, atragantándome con la pastilla que me dio el médico para sacarme el pozo."
¿En qué estábamos?
Las tasas ya no son chinas, son japonesas. Un poco por arriba del 1% este año, un poco por arriba del 3% el año siguiente. Nos salva Brasil: si levanta, nos levanta un poco; si no levanta, como parece…bueno, consuelo de tontos.
Y el yuyo ya no es lo que era. El precio puede subir, claro. También puede bajar. Así estamos, pendulando del tallo, negando la ley de gravedad. Como las tapas del día antes de la elección, Carta Abierta tiene dos versiones ya escritas sobre el tema. En una el héroe vence al mundo, en la otra el héroe nos defiende del mundo. En ambos casos el resultado será, a posteriori, cantado. En las postrimerías de la era del yuyo la realidad sólo confirma la ficción.
Lo que el relato no tolera es la postergación. Entre victorias y derrotas, entre amigos y enemigos, la realidad se filtra en los intersticios, justo en el medio de discursos antagónicos. Cuesta articular la medianía, la falta de definición, la suspensión del desenlace. ¿Cómo interpretar los datos cuando no tienen dirección, cuando sólo nos dicen que seguiremos más o menos así por un tiempo indefinido, cuando la trama apenas avanza, imperceptible como un caracol?
En el discurso mediático la realidad habla a los gritos, cualquier dato es señal del colapso inminente, o prueba del resurgimiento inminente. La realidad se desmaterializa dinamitada por el montaje cinético, por la adrenalina del minuto a minuto, por el facón de Gvirtz o el primer plano lacerante de Mauro Viale. El discurrir cotidiano, sin estridencias, no contribuye al relato. El maestro de ceremonias se aburre, mira ansioso al productor, pide un corte. A las medias tintas las escupe Dios. Por eso el final de la programación nos deja un malestar que a esas alturas cuesta identificar de dónde viene.
Tu sombra está sobre la línea de seguridad, le dice el personaje de Kangho Song en la película coreana Zona de Seguridad Compartida, que se desarrolla en la zona de seguridad compartida entre las dos Coreas. La realidad argentina habita ese no lugar entre fronteras ideológicas de la guerra fría. A cada paso suena el fuego cruzado de los guardias apostados a ambos lados de la zona, contra un fondo de propaganda oficial que sale continuamente de los parlantes.
Nos zambullimos bien por debajo de la ola gigante hasta casi tocar el fondo de arena y nos quedamos un rato largo, quietos, rodeados del silencio del mar. El estruendo de la ola es un sonido que se extingue lejano, como el bajo del último tema de la fiesta en la terraza. Salimos a la superficie y reconocemos de un lado el horizonte, del otro la playa. La realidad sigue ahí. Intacta.
"Esta es la definición de mi vida", dice Stephen Manson. "Tirado en la cama bajo la luz del sol, atragantándome con la pastilla que me dio el médico para sacarme el pozo."
¿En qué estábamos?
Estimados oyentes, éste es el programa número 21 de Tasas Chinas.
"Si hay algo que quieran decir, diganlo a los gritos que está todo bien."
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