miércoles, 20 de marzo de 2013

Dollar blues

Nos quedan treinta meses de las mismas discusiones estériles, decía acá. Treinta meses para insistir con argumentos como éste (publicado el 17 de enero en La Nación; cambiar 8 por 7 donde corresponda):

Las expectativas, si no son guiadas por la política económica, suelen ajustar con lo que hay. La de inflación para 2013 tomará como guía el 26 por ciento que se registró en 2012 y le agregará algo más para cubrir posibles desvíos. La del tipo de cambio paralelo, más movediza, tendrá como guía el tipo de cambio de ayer.

Por eso, hace seis meses se pensaba que el bluea $ 6,50 era caro y hoy, sin que nada fundamental en la economía haya cambiado, un blue a 7 pesos parece barato. Es así como, cada vez que vuelve de uno de sus viajes, regresa a un nivel que está un escalón por arriba del punto de partida. Un comportamiento que los economistas denominan con un término que toman prestado de la física: histéresis (la "memoria" de los materiales).

En este caso, como en julio pasado, el viaje del blue tiene que ver con aspectos estacionales: el aguinaldo y las vacaciones, que típicamente elevan la demanda de pesos y dólares. Y con la respuesta incomprensible del Gobierno (la Administración Federal de Ingresos Públicos, el Banco Central o quien sea que esté timoneando la política cambiaria) de endurecer las condiciones de acceso al dólar oficial para los pocos casos aún permitidos.

Los costos de dejar que la demanda estacional ajuste por el paralelo son múltiples y no se limitan al fastidio de los potenciales turistas. Por ejemplo, cae el incentivo a vender dólares para consumir o invertir (por temor a perder el próximo escalón) estimulando el atesoramiento, justamente la opción que el Gobierno eliminó para el caso del billete oficial, y restando impulso al crecimiento.

Además, la suba se traslada a una parte de la canasta de consumo presionando sobre la inflación. Y genera una sensación de corrida que funciona como profecía autocumplida: la gente compra (y no vende) a 7 pesos porque piensa que seguirá subiendo, el mercado blue se dispara 20 centavos en un día y el aumento premia al que compró a 7, convalidando sus expectativas y generando más demanda. En resumen, más dolarización y más inflación; menos demanda doméstica y menos crecimiento.

Cuando nos internamos por un camino errado, lo mejor es volver sobre nuestros pasos. No es gratis; depende, entre otras cosas, de cuánto nos hayamos internado. Pero es menos costoso que insistir en el error. Del mismo modo, la AFIP o el BCRA (en fin, el Gobierno) debería habilitar la venta de más dólares a un tipo de cambio realista (mayor al oficial, pero bien por debajo del paralelo).

Tendrá que ponerle el pecho al tsunami de pesos que hoy no encuentra destino y que a estas alturas espera que el dólar suba sin techo. Pero éste es un costo inevitable que crece con la permanencia del cepo cambiario. Apretando el cepo, en cambio, sólo se alimenta el blue y las ganancias de las "cuevas", e induce a quienes tienen ahorros en blanco a la informalidad.

2 comentarios:

  1. Su apreciación es tan clara que los operadores se preguntan ¿porque insistir en un camino equivocado? y una de las respuestas es "no tienen los dolares para enfrentar el tsunami" lo que retroalimenta tambien la corrida al blue.

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  2. La realidad te desbordo no solo en el 8 vs 7....lo de la estacionalidad ya paso...las golondrinas fueron y estan de vuelta!

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