Les dejo una columna que escribí para La Nación a pedido (de ahí su prosa fría, sujeta), pero que finalmente que hasta ahora no vio la luz (y se cansó de esperar en la oscuridad).
Hoy en Argentina hacen falta dólares no tanto por un problema de competitividad de nuestro comercio exterior (con saldo positivo en 2011) ni nuestro pago de intereses y dividendos (que sumados al saldo comercial darían un déficit externo inferior al de Brasil) sino por la salida de capitales o, más elocuentemente, el déficit de ahorro en activos domésticos.
¿Por qué la gente ahorra afuera –o en el colchón, que para el caso es lo mismo? Primero, porque no hay mucho para ahorrar adentro. El banco central ha promovido desde hace años tasas de interés por debajo de la inflación y el gobierno ha manipulado el IPC, que indexaba la mayoría de las emisiones allá por 2006 cuando ingresaban capitales y teníamos el riesgo país de Brasil. Un peso argentino que, inflación mediante, agotó su tendencia a la apreciación (y un dólar fortaleciéndose en el resto del mundo) terminaron haciendo un rendimiento del 10%-12% en pesos una proposición poco interesante.
Un segundo factor está asociado al oportunismo político y el cambio de reglas. Lástima que no me deshice de los bonos antes de que intervinieran el INDEC, se lamentó el inversor al liquidar sus bonos. Lástima que no atesoré dólares cuando me dejaban, piensa hoy el ahorrista en pesos. Ambas tendencias centrífugas no son motivadas por una supuesta propensión argentina a fugar a dólares, sino por políticas de gobierno.
Hoy, la restricción a la compra de dólares tiene consecuencias opuestas a las que, intuyo, se desean: más dolarización y, con el tiempo, más inflación si las expectativas se desanclan del dólar oficial para anclarse en el paralelo. Todo esto en un contexto donde el retiro de depósitos en dólares resta reservas y el aumento del riesgo país inhibe emisiones provinciales y privadas, recortando considerablemente la oferta de dólares.
¿Qué hacer? Dejando de lado un esquema dual, abierto al arbitraje y la trampa, que convalidaría los temores cambiarios, la sugerencia natural sería desandar el camino equivocado. Dejar primero que el tipo de cambio ajuste a niveles más cercanos a las expectativas (auxiliado por reglas de intervención que eviten su espiralización) y ampliar después la oferta en el mercado formal para desterrar las compras de pánico.
¿Es inflacionaria esta corrección? No más que lo que hoy tenemos. El tipo de cambio oficial, a través del componente “internacional” de la canasta, tiene influencia parcial en los precios, como se vio en 2009 cuando una devaluación de más del 20% convivió con una caída de la inflación. En cambio, la combinación de restricciones a las importaciones y expectativas desbocadas bien puede generar una indexación de toda la canasta al dólar, algo que no vemos desde principios de los 90s.
Así, un tipo de cambio único y competitivo representa hoy el mal menor, preámbulo necesario para una política de contención de la inflación que el dólar bajo ya no puede suplir.
¿Por qué la gente ahorra afuera –o en el colchón, que para el caso es lo mismo? Primero, porque no hay mucho para ahorrar adentro. El banco central ha promovido desde hace años tasas de interés por debajo de la inflación y el gobierno ha manipulado el IPC, que indexaba la mayoría de las emisiones allá por 2006 cuando ingresaban capitales y teníamos el riesgo país de Brasil. Un peso argentino que, inflación mediante, agotó su tendencia a la apreciación (y un dólar fortaleciéndose en el resto del mundo) terminaron haciendo un rendimiento del 10%-12% en pesos una proposición poco interesante.
Un segundo factor está asociado al oportunismo político y el cambio de reglas. Lástima que no me deshice de los bonos antes de que intervinieran el INDEC, se lamentó el inversor al liquidar sus bonos. Lástima que no atesoré dólares cuando me dejaban, piensa hoy el ahorrista en pesos. Ambas tendencias centrífugas no son motivadas por una supuesta propensión argentina a fugar a dólares, sino por políticas de gobierno.
Hoy, la restricción a la compra de dólares tiene consecuencias opuestas a las que, intuyo, se desean: más dolarización y, con el tiempo, más inflación si las expectativas se desanclan del dólar oficial para anclarse en el paralelo. Todo esto en un contexto donde el retiro de depósitos en dólares resta reservas y el aumento del riesgo país inhibe emisiones provinciales y privadas, recortando considerablemente la oferta de dólares.
¿Qué hacer? Dejando de lado un esquema dual, abierto al arbitraje y la trampa, que convalidaría los temores cambiarios, la sugerencia natural sería desandar el camino equivocado. Dejar primero que el tipo de cambio ajuste a niveles más cercanos a las expectativas (auxiliado por reglas de intervención que eviten su espiralización) y ampliar después la oferta en el mercado formal para desterrar las compras de pánico.
¿Es inflacionaria esta corrección? No más que lo que hoy tenemos. El tipo de cambio oficial, a través del componente “internacional” de la canasta, tiene influencia parcial en los precios, como se vio en 2009 cuando una devaluación de más del 20% convivió con una caída de la inflación. En cambio, la combinación de restricciones a las importaciones y expectativas desbocadas bien puede generar una indexación de toda la canasta al dólar, algo que no vemos desde principios de los 90s.
Así, un tipo de cambio único y competitivo representa hoy el mal menor, preámbulo necesario para una política de contención de la inflación que el dólar bajo ya no puede suplir.
Excelente como siempre Ely (hasta para un lego como yo) Lo que sigo sin entender es el tema de la "rentabilidad" del que ahorra en dolares. Es cierto que los plazo fijo dieron negativo, pero el dolar también y todavía más que el peso. Lo único que se me ocurre es que es más facil cuando el dinero es NEGRO pasarlo a dólares que hacer un plazo fijo. Si es ese el punto el problema es la informalidad más que el dolar.
ResponderEliminarHacia atrás sí, por eso no había corrida. Pero hacia adelante, si la devaluación virtual (la que la gente imagina, estimulada por el blue= supera la tasa (incluso si pensás que el oficial se depreciará al 15% anual), 0% en dólares (15% en pesos) es mejor que 12% en pesos del depósito. ¿Me explico?
EliminarSi se me permite humildemente profundizar la respuesta del dueño del blog, tratando también de minimizar los tecnicismos... como yo lo entiendo, el ahorrista argentino percibe al dólar en efectivo (o "debajo del colchón", como se conoce popularmente) como un activo libre de riesgo. En cambio, si tiene pesos en plazo fijo, hay al menos dos riesgos que se me ocurren:
Eliminar1) Que haya una devaluación (tendría una pérdida de capital en dólares).
2) Que haya una corrida bancaria (los bancos no podrían devolver la totalidad de los depósitos de todos los ahorristas inmediatamente).
El ahorro en dólares "debajo del colchón" no tiene implícito ninguno de estos riesgos y se puede convertir a pesos o bienes en cualquier momento. Probablemente tampoco se percibe un riesgo significativo de que el precio del dólar en pesos caiga, ya que este gobierno ha seguido sistemáticamente un política de depreciación del tipo de cambio nominal.
Por lo tanto, es percibido como un activo sin riesgo(o al menos, con un menor riesgo que el resto de las opciones disponibles) y el ahorrista está dispuesto a aceptar un rendimiento inferior por su tenencia (por ejemplo, inferior al de un plazo fijo en pesos, para seguir con el ejemplo anterior).
He escuchado a varias personas (economistas y funcionarios) decir que no tiene sentido que la gente ahorre en dólares porque tiene un rendimiento menor que otros instrumentos en pesos o dólares. Creo que decir esto no es correcto, simplemente es un activo más con una distinta combinación de riesgo y rentabilidad que un plazo fijo, un fideicomiso o lo que sea.
Eduardo,
ResponderEliminaren tu nota mencionás que no habría tanto problema de competitividad porque hay superávit comercial, pero cuánto de ese superávit se explica por las restricciones a las importaciones de las autoridades económicas?
Saludos,
Hasta el año pasado, poco. Y tené en cuenta que este año lacosecha fue muy floja.
EliminarMuchas gente joven que leyó poco de historia económica argentina...
ResponderEliminarELI, segun tu criterio de cuanto deberia ser la devaluacion? Con la inflacion, aun devaluando un 25%, el dolar deberia aumentar 3c por semana o sea 2% mensial.
ResponderEliminarY segun tu criterio deberian abrir el grifo para bajar expectativas.