sábado, 16 de febrero de 2013

En la era del yuyo

Esta tercera columna es un sampler de mis introducciones a los primeros programas de Tasas Chinas, que regresa este martes 19 a las 17 horas por Radio UBA (FM 87.9).

En la era del yuyo, la temperatura nacional sube y baja con el precio de la soja. Hoy está debajo de 600 pero arriba de 500. Respiramos. En la era del yuyo, donde todo, desde la inflación hasta la inseguridad, es una sensación, hay sensación de cambio de ciclo.

En la era del yuyo, las penurias del mundo, que se nos venía encima hasta que cerramos las aduanas, son la prueba final de nuestros aciertos. La crisis nos reivindica, el mal de muchos nos consuela. El relato oscila entre la crítica ajena y la reivindicación propia. Profundiza obsesivamente en la historia reciente, reescribiéndola, subvirtiéndola. Nos recuerda cómo nos encontró en la calle y nos dio un techo. El relato desdeña el presente simple a favor del pasado perfecto.

En la era del yuyo, somos todos neoliberales o progresistas. O liberales neoprogresistas.

En la era del yuyo, los pesos están para gastarse. Los dólares, rigurosamente vigilados, custodiados por expertos. Guita, mosca, plata, pasta, papota, filo, vento, tarasca, tela, teca, menega, viyuya son las formas y los colores del dinero en el Río de la Plata. Blue, negro, celeste, gris, paralelo, ilegal, lechuga, contado con liqui, cable, paypal, ebay, casino, visa son las formas y los colores del dólar.

En la era del yuyo somos todos especuladores. Los ingresos suben pero se desmaterializan con la inflación. Dentro del cepo, los pesos circulan y vuelven a su fuente, como la moneda de un mago. Los pobladores acorralados ahorran diez naranjas, y a fin de año tienen nueve naranjas. Ahorrar es mal negocio. Ahorrar es recesivo.

En la era del yuyo, la riqueza es efímera y la pobreza, perenne. Como el trabajador fordista patinándose el aguinaldo fordista en un nuevo Ford T, el trabajador del modelo engrosa las arcas de la nueva burguesía fueguina. Las familias alquilan y consumen de prestado, en cuotas, a la espera del milagro. Para los creyentes, Dios proveerá. Para los otros, proveerá la Anses, pródiga heredera de la crisis que un día soltará su última moneda, se encogerá de hombros y se retirará en silencio.

En la era del yuyo la abuela guarda televisores y heladeras en la maceta. El auto reemplaza al ladrillo. En un futuro todos tendremos un auto que nos cobije del frío.

En la era del yuyo los problemas no se arreglan, se expropian. Es la contracara del desendeudamiento: las expropiaciones se pagan a los premios. Un día nos despertarán de la resaca del éter sojero los golpes del cobrador en la puerta.

En la era del yuyo tenemos Alzheimer estadístico. La memoria reciente desaparece de los servidores. Inversiones de la Anses, ejecución presupuestaria, déficit de empresas públicas, van a engrosar la larga lista de series desactualizadas o desaparecidas en el ejercicio de la información. Reemplazadas por el trascendido oficial o el dedo oscilante privado.

En la era del yuyo volamos a ciegas. En la era del yuyo el insumo de las políticas es el alambre. Por suerte o por desgracia, el alambre es de origen nacional. Abunda. El Ministerio de Industria ensambla insumos importados y el de Economía raciona insumos industriales, mientras se ilusionan con una Salada angoleña. El modelo actúa de maneras misteriosas: por el puerto entran más energía y menos máquinas; por el puerto salen menos manufacturas y más soja.

En la era del yuyo celebramos el desarrollo en Tecnópolis, coreografiado por Fuerza Bruta.

En la era del yuyo la historia está viva y pasa en cadena nacional. El Ministerio de la Abundancia raciona, el de la Verdad manipula y borra, el del Amor reeduca y castiga.

En la era del yuyo, tapamos el sol con la mano y las goteras con baldes nacionales y populares. Nos adaptamos, como los sapos en agua hirviendo, a la economía de guerra, en la paz de la resignación.

En la era del yuyo, pagamos deuda externa con deuda interna. Deuda pasada con deuda futura. Como hace diez años. Desandamos nuestra historia cada diez años. Caminamos de espaldas hacia el futuro.

1 comentario:

  1. Prosa poética..., al estilo de ELY me refiero; me preocupa sentirme confortad@ con lo que dice o entiendo me dice. En fin, un@ que es *concretista* quiere saber si la crísis será inocultable antes o después de las elecciones.

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