sábado, 10 de julio de 2010

Mide - No mide (o la trivialización de la política)

OK, acepto que mi capacidad de concentración está en declive, y que llevamos décadas de frustraciones con la política tradicional, y que el 2002 parecía pedir a gritos una renovación (evacuación sería más afín al "que se vayan todos") o al menos una reecritura de los libretos de representación. Pero confieso que la nueva (o, mejor dicho, renovada) influencia de la midología política me descorazona.


Cuando era (más) joven, el desencanto con la calidad de nuestros dirigentes y de la clase política en general se atribuía, entre otras cosas, al proceso de selección adversa al interior de los partidos políticos. Simplificando, el argumento era que los buenos no transaban con los vicios o la rosca o el pragmatismo del aparato, y quedaban en el camino. Ya no se trataba simplemente del dilema sartriano de las manos sucias (o su sanitizada versión política: el dilema entre convicción y responsabilidad) sino de un mero problema de incentivos: los buenos rehuían la mala reputación de la política, tenían un mayor costo de oportunidad en el sector privado (explicación que algna vez le oí a Victor Hugo para explicar por qué Uruguay tiene mejores líderes que Argentina), o adolecían de un estómago más sensible y una piel más irritable. (Qué hace a un buen dirigente es un título demasiado complejo como para banalizarlo en una frase; baste decir aquí que el concepto remitiría, alternativamente, a atributos como honestidad, idoneidad, capacidad de ejecución y visión estratégica).

Independientemente de su veracidad ocasional, aquella hipótesis parece haber perdido fuerza tras la disgregación de los partidos políticos, a manos de un modo de representación directa alternativo: la encuesta. Si en los 90s la versión menemista del fenómeno de la transversalidad mediática nos regaló a Palito, Lole y D.O.S. entre otros nuevos actores sin un pasado político (a diferencia de personajes públicos de larga militancia), en los 2000s el tamiz de la popularidad no se aplica a nuevos entrantes sino a todo el espectro partidario. En un escenario en el que A es el mejor cuadro pero no mide ni tiene reconocimiento a nivel nacional, mientras que B, limitado e inorgánico, lidera las encuestas de imagen, el partido tiene la opción de apuntalar a A o apalancarse en B (e, idealmente, conducirlo y contenerlo). En el primer caso decide el partido, en el segundo la encuesta.

El problema con la midología no es que el pueblo, a través de la encuesta, haga sentir su influencia por sobre la estructura partidaria (ese vendría a ser su aspecto positivo, desde la perspectiva de la selección adversa antes mencionada). El problema es que la forma de votación directa implícita en la encuesta de imagen es extremadamente limitada. La buena imagen de B poco tiene que ver con su capacidad personal para gobernar un país de la complajidad del nuestro. Incluso la intención de voto, postulada por los midólogos como un mejor acercamiento a la pregunta sobre la capacidad de gestión, en muchos casos suele preceder a la campaña e incluso a la gestión pública del personaje, lo que lleva a preguntarse qué información está siendo procesada en la respuesta. ¿Qué votan los que votan en la encuesta?

En todo caso, si los que no miden no asoman su cabeza porque no miden, la campaña acaba limitándose a un reducido número de caras conocidas con slogans gancheros. (La tweeterización de la política, un fenómeno más reciente que contribuye en la misma dirección, merece un post individual).

Confieso que aun en los tiempos en que le daba alguna credibilidad a la hipótesis de la selección adversa, siempre fui un defensor del sistema de partidos, lo que explica mi desencanto con el paradigma midológico. El partido, en teoría, debería contribuir (y exigirle) consistencia al discurso del candidato más allá de sus puntos de rating, a cambio de garantizarle los acuerdos mínimos que necesita para la gestión. En cambio, el llanero político que, más que ser apropiado por la estructura partidaria, se apropia de ésta para sus propios fines electorales, puede llevar a que la midología se extienda más allá de las elecciones: un presidente sin partido que depende del humor público inevitablemente resignará la estrategia del estadista por la prociclicalidad miope del midenomide.

11 comentarios:

  1. Buen posteo, no soy un entendido de las ciencias políticas ya que soy un humilde lic. en economía pero creo que si hay algo que se palpa en la última década es que los partidos en si mismo perdieron los ejes por los cuáles se movían, o por decirlo más burdamente sus "luchas"

    Antes uno podía asimilar a la UCR con el Socialismo en su carácter progresista por decirlo de alguna forma, hoy ya esa idea quedó un poco nublada, se pueden encontrar miles de ejemplos que refutan esa idea original del partido.

    En el PJ ni hablar, tiene tantos ramales como el 60.

    Para ir al campo ideológico si se quiere, cuesta enmarcar a la "centro izquierda".

    La centro derecha quizás es más fácil encontrarla.

    Pareciera también que muchos que son de centro derecha buscan no parecerlo desde el discurso porque aparentemente pareciera ser mala palabra.

    En fin, repito, gran posteo

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  2. Esta discucion la estamos teniendo por la decadencia de los partidos políticos durante y despues del 2001 (antes inclusive) o por su falta de eficacia en conducir al pais. La sobre oferta de candidatos es la consecuencia mas visible.
    Pero en cuanto a los partidos politicos en si. Es dificil mantener la organizacíon en un sistema politico que, entre dictaduras, crisis economicas y proscripciones no se termina de definir no? Hasta hace un par de años no habia un partido de derecha con todas las letras por ejemplo.

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  3. Muy buen post, con el que acuerdo en muchas cosas.

    No me parece inconsistente seguir creyendo en la hipótesis de la selección adversa. Posiblemente la "midología" aparezca como consecuencia de ella, al no haber tanta competencia dentro del sistema de partidos políticos.

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  4. Es cierto que los partidos han pasado de ser bastiones ideológicos a practicar una suerte de política total (sobre todo en Argentina donde los partidos son frentes de masas/catch all parties con ideologías variadas en su interior). Pero la transversalidad mediática no se ve en otros países con igual posmoderniozación partidaria o desencantos de gestión. No se vio en Chile (donde la concertación, para bien o, más probablemente, para mal, murió maradónicamente aferrada a Frei) ni en Uruguay (donde, si se quiere, el proceso de campaña volvió a las raíces con la presencia de Mujiga) ni en Brasil (donde Lula impuso a su candidata a contrapelo de la midología) ni en Colombia (idem).

    La dictadura, desvinchado, hizo estragos, pero los partidos eran más fuertes en el 83 que ahora. ¿Cómo se explica?

    Ana, es probable que haya algo de esto que decis: en ausencia de dispositivos partidarios, la competenia se dirime en 140 tweets. El debate político lo llevan adelante distintas versiones del personaje de 50 primeras citas que tenía una memoria de 15 segundos y vivía sonriente, saludando y dando la mano.

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  5. El comentario es muy bueno, y tiene un gran transforndo.

    Caramente la falta de partidos politicos organicos que impidan la llegada de personas sin capacidad de dirigir y decidir y busquen figuras con prestigio en el mercado porque miden, es tal vez el gran fracaso de la politica en la Argentina.

    Los grandes exitos requieren de grandes oposiciones, con lo cual se necesitan de un sistema de partidos que contenga personas de gran capacidad de gestion.

    A esto sumo otro tema, que es el que menciono hershel. Tener liderazgo para decir cosas ciertas pero incorrectas no es un atractivo.

    En definitiva los problemas de Argentina no se resuelven en la escuela de economia, sino en la escuela de management, en donde se debe empezar a pensar como crear organizaciones fuertes, para que luego den apoyo a las instituciones.

    Por ultimo,esto tambien pasa en las camaras empresarias, que ante la presion del gobierno algunos de sus miembros dejan sus ideas.

    Alguna vez escuche a un historiador americano hablar del caracter de los presidentes de los Estados Unidos. En definitiva la discusion es del caracter de los lideres en Argentina y de sus ciudadanos.

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  6. Tarde. La vuelta a la participacion de una sociedad asfixiada y el fin de la proscripcion del peronismo dan tela para explicar lo del 83. Todos querian participar, pero como estructuras de poder (o representativas),los partidos no existian. El menemismo es un ejemplo

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  7. Muchachos: entiendo las idiosincracias de nuestro sistema de partidos, y los efectos de la historia. Lo mio es mas modesto: la 2.0rizacion de la politica la achata, la hace mas inmediata (se vota antes de que el candidato diga que piensa) y la esloganiza (siganme, va a estar lindo, alica alicate). En ese marco, asi como apoyo la reforma politica que intenta devolverle poder de decision yu organizacion a las organizaciones politicas, veo con temor una tendencia a los partidos a subirse a cualquier tren bala que los deje en el gobierno, aun a costa de una candidatura mal cocida.

    Ahora bien, en cuanto a las razones estructurales que algunos comentarios correctamente invocan, hay que controlar como en cualqueir experimento empirico. varios de nuestros vecinos (Chile, Uruguay, Brasil) pasaron por dictaduras con un numero no menor de bajas en el campo politico, y no parecen adolecer de los mismos problemas. Y yo no creo que en la mala suerte. Puesto a especular, nuestra situacion me recuerda a la de Italia, donde Berlusconi hace mucho que dejo de ser un accidente historico pasajero. En fin, el tema da para mucho mas.

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  8. Empiezo con un comentario de oyente de radio: primera vez que entro, muy bueno el blog.

    Dicho esto, disiento un poco con el argumento. Si te fijás, la amplia mayoría de los presidentes desde el 83 para acá tenían "experiencia de gestión" antes de asumir el cargo, principalmente como gobernadores (Menem, DLR, Duhalde, R.Saa, Kirchner). Ésa no era la situación habitual en los (esporádicos) períodos democráticos previos. Por lo tanto, me animaría a decir que la "capacidad de gobernar" se ha vuelto más relevante en las últimas décadas que antes, cuando no existían las encuestas.

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  9. Criador: Lo de la midologia es mas bien nuevo. Menem, por ejemplo, hizo campanha armando una estructura de base recorriendo el pais (para contrarrestar al aparato partidario detras de Cafiero). K es un caso aun mas claro, directamente designado por la corriente duhaldista o antimenemista (por llamarla de algun modo). En todo caso, ninguno de los dos fue candidato por su buena imagen inicial. Tampoco todo es blanco y negro: Duhalde representa hoy un esfuerzo partidario de instalar a un candidato cuya fortaleza inicial no es una buena imagen positiva -pero hay politologos que, a falta de mejor alternativa, ven (o veian, antes del procesamiento) a Macri como candidato peronista solo por su mejor imagen.

    En fin, no creo disentir tanto con vos (aunque vos podes disentir lo que quieras conmigo). La experiencia de gestion y la pertenencia organica a un proyecto partidario van de la mano, y ambos aspectos estan siendo menoscabados por la midologia y el sindrome de deficit de atencion que parece afectar al electorado y contagiar el debate politico (si puede llamarse debate a intercambios de 140 tweets).

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  10. Creo que en el post y comments se mezclan dos aspectos que creo son distintos:
    (1) pertenencia orgánica a un partido, estructura territorial, etc.
    (2) capacidad de gestión (dice el post: "la buena imagen poco tiene que ver con su capacidad personal para gobernar un país de la complajidad del nuestro").

    Es cierto que las encuestas no miden lo primero, al menos no directamente. (Es posible que indirectamente la falta de pertenencia partidaria ayude en la imagen). Lo que digo es que, viendo elecciones 83-09 y viendo quiénes miden para 2011, los votantes parecen interesados por lo segundo. Es inusual que alguien sin experiencia de gestión sea electo presidente (en el 83 casi nadie la tenía por obvias razones, y en 2007 CFK no la tenía pero era claramente la candidata de un gobierno que buscaba un segundo mandato). Parece que los votantes valoran este atributo. Es cierto que en la percepción social influyen cuestiones que tienden a poseerlas quienes gobiernan (recursos de campaña), pero aún así pareciera que los votantes dan más oportunidades a ciertos candidatos en elecciones legislativas que en ejecutivas. Por eso, no me queda claro que la "midología" no esté midiendo, en parte, percepciones sobre la capacidad de gestión.

    Último: es cierto que pertenencia orgánica a un partido y capacidad de gobernar pueden estar asociados (véase sino Collor de Melo, Bucaram, etc.), porque eso brinda respaldos político-legislativos. Pero yo diría que:
    (1) aunque estén asociados son analíticamente distintos.
    (2) En el momento menos "orgánico" de Kirchner (2003-2004), el tipo pudo gobernar tranquilamente.

    Saludos.

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  11. Me parece que lo que te molesta es aplicable por entero a la oposicion emergente de la crisis del campo. Pero hoy (con todo lo provisorio que lleva el termino), todos los que "se bajaron" pierden por goleada con los organicos. Lo que en cierta manera sustenta mi hipotesis: ante la crisis, sobreoferta, se rompen los contratos; con la estabilidad, predomina el partidismo.
    Con respecto a los vecinos no tengo mucha idea, pero me parece que sus crisis fueron menos frecuentes. En todo caso si comparas con europa...

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