Harold Bloom suele incluir a Freud en su canon de la literatura (a la vez un comentario positivo sobre su elaboración intelectual y uno negativo sobre su rigurosidad científica). Sin llegar a estas alturas, algunas de las piezas de politoeconosociología crítica ameritan una consideración literaria. Una de ellas, que llegó a mis ojos por cortesía de una distinguida colega extradisciplinaria, y que servirá de disparador para una muestra en el Malba sobre (¿qué otra cosa?) la decadencia del imperio americano (reflejada en el arte), representa un encapsulado resumen de las fantasías de este grupo de intelectuales europeos del sueño americano.
Su autor, John Gray, es un reputado ginecólogo del capitalismo. Sus principales títulos (Falso amanecer. Los engaños del capitalismo global; Herejías: Contra el progreso y otras ilusiones; Misa negra: La religión apocalíptica y la muerte de la utopía) insinúan una voluptuosidad que excede gozosamente los rigores de la academia. (Como punto de referencia, baste decir que en Misa Negra define al laborista Tony Blair como un conservador americano.)
El texto de Gray es profundamente literario: construye su imagen del día después americano siguiendo la huella del distopista inglés por excelencia: J. G. Ballard (un gusto personal adquirido que, a la manera de Bloom, inmediatamente sesga mi valoración de Gray como intelectual y literato). Ballard, que ha distopizado, entre otros sujetos, los accidentes (La exhibición de atrocidades), los avances médicos (El hombre imposible), la alienación suburbana (el cuento "El hombre sobrecargado") y el futuro ("Las voces del tiempo"), remite inevitablemente a los símbolos del sueño americano (que a principios del siglo pasado habrian referido al sueño industrialista inglés): el consumismo, el progreso, la máquina.
Gray parte de Hola, América (1981) para fundar su visión del derrape americano. El libro no difiere en mucho de otros anteriores (y superiores) de Ballard (ni del pulp de Carpenter en Escape de Nueva York, del mismo año). La decadencia americana fue moda en los 80s de Reagan y Thatcher: clisé en la película homonima de Denys Arcand, calculadora paranoia antinipona en el Raising Sun de Crighton, en última instancia útil excusa para el neoliberalismo del fin de la ideologías, la reducción del estado, y la solapada materialización de la globalizadora hegemonía corporativa (el termino "neoliberalismo" sería apropiado en los 90s como significante vacío por el “pensamiento crítico” para representar al sistema capitalista, o al sistema a secas).
Gray cita a Ballard, que describe el encuentro de sus exploradores de la América residual con los restos de Las Vegas, la nueva capital: “Y así llegaron al paraíso eléctrico... Un lago de carteles de neón formando una corona iridescente, kilómetros de luminarias callejeras extendiéndose a lo largo de los pórticos de los casinos, dibujadas sobre las fachadas vidriadas de los hoteles [zipping up the curtain-walling of the hotels: juego de palabras musical e intraducible] y derramándose dentro de cascadas musgosas. Bajo el cielo ultramarino, que de tan oscuro ya no coloreaba sus rostros, el espectáculo de la otrora capital del juego parecía tan irreal como un sueño electrográfico.”
Un “sueño electrográfico” (el título de la pieza de Gray) es una expresión de Ballard de esas que señalan comuniones irreconciliables entre hombre y máquina. Es decir, un concepto estrictamente literario. Gray no se queda atrás. Asi describe la coyuntura estadounidense en los días previos a la Gran Crisis: “Los esbozos de la nueva ecoomía americana eran evidentes: un sistema donde la clase media dejó de existir y la mayoría de la gente subsistia a la sombra del trabajo precarizado, las industrias ilegales, la distribución de drogas, el comercio del sexo y las ventas de segunda mano—una plantación postmoderna donde la generación de relaciones de servidumbre a través del endeudamiento podia verse en cada esquina.” El sueño de Gray no es electrográfico; es un sueño húmedo de anticipación y deseo.
Una caracteristica del pensamiento crítico es su desdén por la evidencia empírica, siempre sospechosa o potencialmente sesgada por el sistema. La evidencia es como la piedra en el zapato: no todos la toleran. Sin evidencias, es más fácil tejer argumentos contundentes: “según ciertos estimados, la desigualdad en América a principios del nuevo milenio podria ser mayor a la de la economía esclavista de la Roma imperial en el siglo II. […]La infraestructura se pudre, mientras la población se descapacita progresivamente. […]No sólo en relación a las economías emergentes sino en términos absolutos, América se enfrenta a un futuro de decadencia.”
El sustento económico de esta lógica irreductible es arbitrario. “Países emergentes crean nueva riqueza a gran escala, pero sin suscribir el modelo americano. El capitalismo chino carece de cualquiera de las característica que generaciones de neoliberales juzgaron necesarias para el crecimiento sostenido, como la moral individualista. Así y todo China alcanzó la mayor y más rápida industrialización de la historia, y no detuvo su crecimiento tras la crisis financiera. India mostró un progreso más lento pero igualmente llamativo, mientras que Brasil está en el medio de una transformación extraordinaria. En el viejo mundo, Alemania—de nuevo, con un muy diferente modelo de capitalismo—emerge como la economia avanzada mas exitosa..."
¿Generaciones de neoliberalismo (movida que vio luz en los 80s y fue pasada a retiro en los 90s)? ¿Moral individualista como premisa del crecimiento económico? ¿Capitalismo chino, basado en la creciente privatización del capital y la rentabilidad empresaria (suerte de revolución cultural industrialista) como alternativa al capitalismo gringo? ¿Modelo alemán (europeo) basado en el sobreconsumo de la periferia (Grecia, España, Portugal, Italia, Irlanda) en base al sobreendeudamiento como respuesta al agonizante capitalismo financiero de Nueva York (y Londres)? ¿Contracapitalismo indobrasilero (con un Brasil que crece per cápita apenas por encima del imperio)?
¿Es ésta la solución que propone la narrativa crítica, su desenlace: un escenario postamericano que combina una Europa en estado de shock con una desigual y modesta América Latina y un gigante chino paralizando y parasitando el mundo emergente como una gran araña? ¿No es el sol califoniano al que vuelan los sobrevivientes de la caída de Las Vegas al final de la invención de Ballard, sino el mundo consumido que espera al final de La Carratera de McCarthy?
En cualquier caso, esta parte del relato no importa demasiado. A Gray, fastidiado por su fascinación anal con los Estados Unidos como tantos otros “críticos” del viejo mundo, sólo le interesa apuntarle al imperio con violencia catártica, aun a costa de omisiones (el impacto ecológico del milagro chino, el potencial desmembramiento europeo, el hecho de que la deuda de las familias americanas haya sido, mal o bien, el correlato del ahorro en ladrillos -o sea, del ahorro). Muchas cosas pasan en Estados Unidos, pero Gray no hace ciencia sino literatura: cita, correctamente, la dispersión política y el freak show de candidatos republicanos, pero se olvida de mencionar que esto hace más probable la improbable candidatura del sempiterno Gingrich (hombre del sistema si los hay) y la victoria del sensato Obama; insinúa -aunque no cierra- el argumento de que el sobreendeudamiento es la contracara de un estancamiento del ingreso de las clases medias americanas por debajo de sus aspiraciones de consumo -hipótesis que hiciera, entre otros, el ex economista jefe del FMI, Raghuram Rajan-pero olvida la existencia de una cruzada americana por la vivienda universal que pecede y explica la burbuja inmobiliaria.
Finalmente, declara: “América, de hecho, se mueve rápidamente hacia el pasado—no el propio sino el de los países del Tercer Mundo. En una suerte de desarrollo económico en reversa, los EEUU replican las condiciones de división social y corrupción política que existían hace décadas en la mayor parte de América Latina”. La latinoamericanización del primer mundo, un clásico infaltable del distopismo mágico del pensamiento crítico.
La crisis ha renovado (en parte) el pensamiento mainstream. ¿Para cuándo la renovacion del pensamiento crítico?
Para terminar, unas palabras alusivas de otro intelectual británico contemporáneo:
Bloom, Freud y al final The Clash, un lujazo, ahora me dan ganas de leer algo de Ballard
ResponderEliminarSí, el Gray "maduro" (?) es medio nabo, comparado con sus textos más juveniles como las dos caras del liberalismo y la biografía de Berlin, que estaban muy bien. Un tipo que hace teoría política puesto a sociólogo/economista no camina.
ResponderEliminarUno podría considerar el caso de Argentina, un país que hacia mediados de los 70 era razonablemente próspero y socialmente igualitario, y que hoy ( hoy, es decir, en los útimos 20 años ) vive en una distopía que reíte de Blade Runner. Yo soy del 63, y no soy el más joven entre los que recordamos una ciudad vista desde la cual la Buenos Aires actual es un escenario de una novela de ciencia ficción pesimista. ¿Y cómo llegamos a ésto? No es necesario debatir en este lugar: se sabe. No estamos hablando del misterioso declive de las ciudades mayas: todo lo que se hizo y se dijo está documentado, y hay mucho pensado y escrito ( sobre todo en Economía; me gustaría ver un buen estudio del Proceso como los que existen; a otra escala y en otro mundo; sobre los nazis. Pero ya llegará, espero: tampoco Christopher Browning apareció enseguida ). Lo que sí está muy claro es que ni hoy, ni en los 80, ni en los 90, se ven en la sociedad norteamericana signos de que ninguna de las cosas que nos pasaron ( X decisión NUESTRA; i.e., de nuestra clase dominante ) vayan a suceder. Los republicanos serán "malos", pero nada indica que tengan intenciones de declararle la guerra a su propio pueblo.
ResponderEliminarNo tengo dudas de que la hegemonía gringa está suendo cuestionada, con buenos argumentos. Pero más que a la castigada y heterogénea América Latina, la decadencia del imperio remitiría a la de otros imperios (Italia, España, Inglaterra). Ahora eso de que "la mayoría de la gente subsiste a la sombra del trabajo precarizado, las industrias ilegales, la distribución de drogas, el comercio del sexo y los gaerage sales" es una fantasía retro. Falta mucho para Mad Max (y no necesariamente ocurra).
EliminarLevi, deja de escribir haciendote el pija.
ResponderEliminarViniendo de alguien que se hace llamar Black Pope no sé cómo interpretar el comentario.
EliminarEly, podría ser que:
ResponderEliminar1) EEUU mire con más detenimiento a América Latina
2) América Latina deje el sesgo "anti yanqui"
Si repasamos la historia el mercado de toda América podría ser más próspero que Asia, Europa y África, por los siguie3ntes motivos:
1.El mismo alfabeto.
2.Religiones muy similares.
3.Cierto pasado común.
4.Relativamente pocas diferencias idiomáticas.
5.Relativa facilidad en acoplar las instituciones (todos presidencialistas)
6.Pocas diferencias de pueblos (raciales?)
7. Norte industrial, sur semiindustrial y proveedor de materias primas.
Sdos.
La integración es un tema pendiente en Am Lat. Difícil que nos miren con detenimiento en la medida en que sigamos siendo un conjunto heterogéneo de países chicos y medianos sin una agenda en común. Pero Am Lat es demasiado diversa, y México y Am Central están demasiado atadas a los EEUU. En cambio, sí le pondría fichas a Sudamérica.
EliminarClisé en la peli de Arcand porque el título hiperbólico era literal sino que refería, con sutileza, a un clisé de la intelectualidad canadiense en su debate de la influencia gringa (entre muchas otras cosas que debatían en la peli que, tal como la recuerdo después de muchos años, era muy buena).
ResponderEliminarEn cuanto a la renovación del pensamiento mainstream, sí creo que ha habido una reevaluación de temas otrora marginales como las imperfecciones del mercado, la necesidad de centralización de algunas decisiones (el estado fuerte y regulador), la subsidiariedad de la política anti inflacionaria, los peligros de la globalización financiera, y las virtudes de la polìtica cambiaria y de protección social (entre muchas otras), encarnada en el trabajo de economistas del mainstream que mantienen una actitud crítica (Rodrick, Blanchard, Rajan, entre muchos otros) que si bien no ha refundado la ciencia económica reconoce el trasfondo político y la necesidad de adecuar la teoría a una realidad menos simple que la de los modelos. No veo el mismo dinamismo (ni mucho menos la autocrítica) en el pensamiento crítico, pero estoy abierto a que me pruebes lo contrario.
ResponderEliminarMuy buen post, ELY. Ya temía que te convirtieses en el video-jockey de la BEA... Supe leer a John Gray en sus comienzos y más adelante concluí que es una de esas personas a la que le gusta más "épater le bourgeois" que pensar seriamente. Desde que se desenamoró de Hayek y se enamoró de Michael Oakeshott (mucho más interesante que él), se sintió libre de agarrar para cualquier lado. Es cansador seguir a cabezas como esa. Pero, claro, tiene sus fans...
ResponderEliminarVideo jockey indeed. Pero, mi querido FT, como sabras la economia es solo lo que hago entre clips y libros.
Eliminarduck and cover, solo falta el video de eso, y, creo que es una buena metafora para muchas cosas, locales sin duda.
ResponderEliminarsolo falto el conelrad
Pero el video (desopilante) esta ahí mismo, linkeado.
EliminarHay un argumento irrefutable, JFK tuvo un affair con Marilyn Monroe, Bill Clinton con Mónica Lewinski, ¿eso no es decadencia?
ResponderEliminarAhora en serio concuerdo con tu comentario, parece haber muchos fanáticos que creen estar viendo su sueño cumplirse. La decadencia es un proceso y como tal se desata desde el momento mismo que un imperio llega a su pico, por ahora lamentablemente Estados Unidos mantiene profundas diferencias con el resto del mundo, la primera y principalmente es tristemente el dueño de los "fierros", es la policia global.
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