
Uno de los lugares comunes (pero no por eso menos meritorios) en este debate es el argumento de la pérdida de competitividad de Grecia (y otros países con importantes déficits gemelos) como producto de la adopción del euro. Una manera simple de hacer el punto es comparar tipos de cambio reales con el resto de Europa (o, lo que es lo mismo, inflaciones relativas) y fuera de Europa (sumándole la variación del tipo de cambio real del euro).
Esto es lo que surge de mirar la historia del euro hasta fin de marzo 2010: Grecia tuvo una inflación acumulada 14% mayor que sus pares de la eurozona (esto es, apreció 14% en relación a ellos) y el euro agregó otro 6% de apreciación real multilateral.