lunes, 15 de noviembre de 2010

Todos somos heterodoxos

Más de una vez, al discutir con institucionalistas (pensadores que creen que las instituciones preceden al desarrollo, y que señalan la volubilidad vernácula de contratos y reglas como una razón fundamental de -parafraseando un clásico de la historia económica argenta- nuestros ciclos de ilusiones y desencantos), insisto en la endogeneidad de las instituciones, recordando hitos tales como la pesificación (en rigor, la dolarización) del los contratos gringos tras la salida del patrón oro, y su inmediate convalidación por la Corte Suprema (uno de mis ejemplos favoritos en el histérico 2002), o, más en general, la causalidad inversa entre crisis y desarrollo institucional (tal como lo miden los institucionalistas del Banco Mundial) fácilmente verificable con un par de regresiones.


En suma, que en la misma situación, muchos atildados pensadores desarrollados pensarían algunas de las ingeniosas ideas que se nos ocurren a nosotros en la vorágine de una crisis. Pues bien, la crisis global no para de corroborar esta modesta hipótesis. Si la vuelta a los agregados monetarios implícita en el quantitative easing tenía el precedente (no muy existoso) de Japón, el S&P targetting que proponer Roger Farmer en este artículo es un ejemplo cabal de que la creatividad gringa no se limita a los consejos a las inevitables crisis sudacas. Aclaro, no es la idea (que a primera vista presenta varios problemas potenciales pero que bien merece un análisis más riguroso) lo que me lleva a escribir este post. Es la imagen de un ministro de economía argentino sugiriendo una meta de política monetaria en base al nivel del S&P 500 y la reacción de la intelligentsia local en el diario de la mañana siguiente (y el editorial del Economist hablando de los incurable argentinos).

¿Y si dejamos descansar a Ben y le ofrecemos los puntos de inflación que le sobran al INDEC? Pocos ejemplos ilustran mejor que el problema de la Fed el dictum del ex spin doctor kirchnerista Alberto F: la inflación es una sensación.

7 comentarios:

  1. Yo recuerdo que en los 20 hubo congelamiento de depósitos en los EEUU.

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  2. Lo de la creatividad de los economistas académicos en tiempos de crisis, ¿no será la versión profesional de la Ley Baglini?

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  3. Estimado Ely, a comienzos de mayo pasado posteó un “plan antinflacionario” que incluía 5 ingredientes básicos: 1) nuevo índice de inflación; 2) programa monetario consistente; 3) presupuesto alineado; 4) concertación de precios y salarios en base a la meta y 5) reducción del rol del tipo de cambio.

    Pregunto: ¿ qué actualización le haría al plan 6 meses después ?

    Lo saludo cordialmente.

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  4. Rogelio: Más allá de alguna inevitable pero menor revisión numérica, hoy diría esencialmente lo mismo.

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  5. Eduardo, leyendo el blog de Lucas Llach recorde este post tuyo. Ambos van en la misma dirección:

    http://blogs.lanacion.com.ar/ciencia-maldita/la-ilusion-y-el-desencanto/confirmado-la-estabilidad-institucional-es-endogena/

    Las instituciones se desarrollan endogenamente, creo que luego de lo vivido en el mundo tras la última crisis, no quedan dudas. Logicamente en tiempos normales hay limites que respetar, y esperemos que las escuelas institucionalistas sepan adoptar a la "flexibilidad" (bien entendida) como supuesto en sus "teorias". Si lo hacen, lograrán congraciarse con un público que muchas veces las miran como en extremo rigidas e incapaces de adaptarse a los contextos de cada análisis particular (siempre pienso en cómo se pararian -o paran- para estudiar el caso de la africa subsahariana y su "falta de instituciones"...)
    Un saludo y nos vemos en la próxima clase en la UTDT!
    Lucas Silverii

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  6. Me parece que hay contubernio entre Lucas(es). Totalmente de acuerdo en el que las instituciones son endógenas (y ya hay literatura que lo ilustra más rigurosamente). Esto no quiere decir que no sirven o que todo vale, sólo que al diseñarlas hay que ser menos voluntarista y pensar en su viabilidad política y económica: me vienen a la mente la intangibilidad de los depósitos de 2001 (ejemplo ovbio), o las reservas bancarias en el Deutsche Bank (menos obvio). De lo contrario, las instituciones duran lo que la coyuntura que las sostiene.

    Del mismo modo, haciendo referencia a un post posterior, pensar que un banco central independiente y un gobierno de ojos azules coordina expectativas inflacionarias de un dígito ignora estas cuestiones de viabilidad.

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