domingo, 21 de noviembre de 2010

Déjà vu: Acuerdo tripartito y el regreso de la política de precios y salarios

Acuerdo tripartito: tal parece ser el nuevo slogan oficial de campaña -aunque, vale aclarar, no es la primera vez que el gobierno juguetea con la idea de un gran pacto social como trasfondo de una concertación de precios y salarios que contenga la inflación creciente. La estrategia es adecuada: hoy ya estamos lejos de poder bajar la inflación sólo con política monetaria. Pero, al igual que en lo 80s, la iniciativa adolece de un obstáculo que el gobierno no parece dispuesto a salvar.


¿Por qué una concertación? No vale la pena ahondar en conceptos ya discutidos, por ejemplo, aquí (así como innumerables veces en otros espacios). Basta decir que la inflación actual es, en gran medida, crónica, esa mezcla de correcciones adaptativas, expectativas desancladas y agilidad remarcatoria que caracteriza los regímenes de inflación moderada, en los que sólo un mecanismo de coordinación creíble puede resetear los precios relativos a niveles que detengan la carrera de ajustes.

La eterna discusión sobre la incidencia de factores de oferta (tipo de cambio, precio de las productos primarios, oferta de hacienda, etc.) y de factores de demanda (créditos de consumo a tasas reales negativas, gasto público creciente, economía recalentada), si bien no deja de ser importante, no explica los niveles de inflación del 25%-30% esperados para 2011 –niveles que, de no ser por un ancla cambiaria a marcha forzada, y un tercio del IPC “administrado” con subsidios, estarían varios puntos por arriba de ese rango.

Algún trabajo del BCRA, convenientemente cajoneado, debe haber hecho una estimación de la composición de la inflación –siempre complicada dada la brevedad y variedad del período, y la orfandad de datos. En ausencia de este análisis cuantitativo, digamos por el momento que la influencia de la política expansiva y los factores de oferta está en el orden del 10% (5% cada uno, como para no tener que desempatar entre ofertistas y demandistas), y que el 15% remanente es inercial –lo que es en alguna medida consistente con el hecho de que, a mediados del 2009 cuando el producto caía alrededor del 4%, la inflación no descendió por debajo del 13%.

De ser así, y asumiendo que con ayuda de la expansión monetaria estadounidense las presiones de oferta (suba del precio de commodities, inflación de activos fruto del derrame de liquidez hacia países emergente) continuarán en 2011 más o menos como hasta ahora, la política fiscal y monetaria podría bajar la inflación hasta el 20%. Pero pensar en bajar la inflación a un dígito subiendo tasas de interés es confundir monetarismo con voluntarismo (o aceptar que una estabilización de precios más rápida bien vale una contracción drástica del producto, invirtiendo el orden de prioridades del la política monetaria).

En este contexto, la concertación ataca el componente inercial, subsanando el problema de coordinación implícito en la carrera de aumentos preventivos, y se vuelve un elemento insoslayable de una estrategia antiinflacionaria.

Lamentablemente, tal como está planteada, la iniciativa se queda a mitad de camino.

Para ver esto, es importante distinguir entre esta concertación y las varias que fracasaron ruidosamente en los 80s y 90s (planes Austral y Primavera, plan Cruzado en Brasil, entre muchos otros). Entonces, la retórica concertacionista chocaba contra la emisión monetaria destinada a fondear un déficit fiscal crónico (a veces disimulado por esterilizaciones insostenibles que en última instancia explotaban como déficit cuasi fiscal) –un obstáculo que hoy no está presente.

Esta vez, en cambio, es la falta de un índice de precios creíble y de una política monetaria activa la que hace cualquier llamada a la concertación poco más que un ejercicio retórico, no muy distinto de aquellos fugaces planes ochentistas. ¿En base a qué datos se fijarán las pautas salariales, y cómo se monitoreara su cumplimiento, y su ajuste en caso de que los precios las excedan? ¿Qué rol le cabrá al Banco Central para atenuar estos desvíos, si insistimos que en la falacia de que la política monetaria no incide en la dinámica de precios?

Al fin de cuentas, una concertación de precios y salarios no es más que una meta creíble y visible, aunada a un esquema de respuesta de política económica y fiscal, y un mecanismo de salvaguarda proteja los salarios de posibles desvíos. Sin un termómetro que mida estos desvíos (esto es, sin un INDEC remozado y un IPC bien medido), y con un banco central más inclinado a adaptarse a ellos que a corregirlos, la concertación se quedará en buenas intenciones. Una tregua política redituable para el gobierno en un año electoral, que desplazará a 2012 la solución del problema inflacionario.

7 comentarios:

  1. Hace una semana escribí un post sobre inflación. En el mismo critico la visión que es necesaria una política de ingresos. ¿Para qué buscar una solución "centralizada" a un problema que se arregla con una combinación de políticas (monetaria, fiscal, reinserción internacional, reformas estructurales) que sean creíbles? Y es en este último punto que el actual gobierno falla. Por más que anuncie que finalmente decide aceptar que tenemos alta inflación, y que desea combatirla, en su último año de gestión no es creíble que lo logre. Y con expectativas de alta inflación lo óptimo es convalidarlas.

    Volviendo al punto inicial, si se implementan un conjunto de políticas que creíblemente reduzcan la inflación, el conjunto de agentes económicos se adaptará al nuevo escenario y la inflación se podrá reducir sin costos en el crecimiento, y sin necesidad de "coordinación". Si el gobierno de turno necesita hacer una puesta en escena para sacar mayor rédito del éxito del plan, se anunciará un "acuerdo tripartito", una "concertación", una "política de ingresos", etc. Pero si el plan es creíble y consistente, el anuncio será pour la galerie solamente.

    Martín

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  2. Martín: Creo que hacés dos puntos atendibles, aunque no necesariamente coincida con ellos. Por un lado, entiendo que señalás que la falta de credibilidad del gobierno es irremontable. Por mi parte, creo que si aceptaran la inflación real y desandaran al menos parcialmente la intervención del INDEC, la concertación puede morigerar la inflación inercial.

    Por otro lado, indicás que "una combinación de políticas (monetaria, fiscal, reinserción internacional, reformas estructurales) creíbles" hacen redundante el ejercicio de coordinación de expectativas implícito en la concertación. De nuevo, yo sí creo que la concertación ayuda a reducir el sacrificio en términos de actividad económica de bajar la inflación a un dígito -tal vez porque no veo en qué medida la inserción internacional o las reformas estructurales influencian a la evolución de precios.

    De hecho, creo que bien vale la pena precisar un poco más estos dos conceptos tan bastardeados en el discursos político. Para ilustrar mi deasazón en este frente, van dos ejemplos de lo que a mi juicio suenan como interpretaciones confusas del proceso inflacionario: (i) leo hoy a un referente económico de algún candidato que dice que para bajar la inflación hay que desarticular los subsidios (¿reforma estructural?), algo que, sin dejar de ser deseable, tendería a incrementar la inflación en el corto plazo, (ii) en la misma nota, otro referente económico menciona, como vos, la inserción internacional, por la que yo entiendo, entre otras cosas, la eliminación de trabas al comercio y al capital, algo que, en un contexto de shocks de oferta e influjo de capitales de cartera, bien podría ser inflacionario.

    Seguramente deben haber aspectos de las reformas y la inserción que sí ayudan a bajar la inflación, pero la proposición general no me parece tan obvia.

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  3. Eduardo, estoy considerando volver a escribir sobre el tema porque me parece que hay mucho que discutir. Pero te contesto un par de puntos:

    Si reducís subsidios esto aumenta el precio de los servicios públicos que eran subsidiados, pero no tiene porque afectar la demanda agregada (simplemente la demanda de otros bienes y servicios cae). Donde si esto tendría un efecto inflacionario es que al aumentar la inversión en estos sectores aumenta la demanda agregada. Pero ese punto adicional, digamos, de inflación hoy para mi es bienvenido pues aumenta la oferta futura.

    Si eliminamos trabas al comercio y al capital, dejando incrementar las importaciones se moderan las presiones sobre precios (y para no caer en "noventista" esta apertura puede ser gradual), el ingreso de capitales financiaría el aumento en la inversión, y ahí la lógica del punto anterior para otro punto adicional de inflación (quizás dos).

    Coincido que no hay proposición general que sea obvia, pero la que yo afirmo - que con un conjunto de políticas se "coordinan" las expectativas del sector privado y no es necesario hacer una "coordinación" centralizada en un acuerdo - en la discusión de políticas en el país se la desprecia con una liviandad asombrosa.

    Martín

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  4. ELY, muy bueno el post.
    economiaposible, respecto a la quita de los subsidios, no lo veas desde el punto de vista de la DA, sino que es un problema de precios. Bien o mal, el nuevo descalabro que generaría la quita de subsidios a los precios relativos, provocaría una nueva puja distributiva, ergo mayor inflación.
    El pacto podría moderar esta situación, principalmente en su actuación sobre la inercia inflacionaria.

    Por otro lado, el tema del comercio internacional y los capitales requiere un análisis más profundo.
    Resumiendo mi posición, ña quita de trabas al comercio y al capital, tendría que ser compensado con quitas de trabas al mercado laboral internacional (libre movimiento de trabajadores) y reciprocidad con los países desarrollados (quita de subsidios a productos agrícolas, "incentivos a exportaciones" y un lugar etcétera). Como lo último es una utopía y partiendo de una posición defensiva, esa apertura solo sería posible si es muy gradual y localizada. Diferenciar capitales especulativas de corto plazo de inversión extranjera diretca, con la apertura comercial gradual y localizada, con tendencia a ampliarse en el mediano plazo.

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  5. Die trae un tema importante: el de la puja distributiva. El "acuerdo" no sólo contribuye a resolver el tema de la "inercia defensiva", lo que para Martín no requiere más que otras políticas creíbles ya mencionadas, sino que también "disciplina" a los agentes en conflicto. Porque una cosa es que te dejen jugar solo y otra muy distinta que te siente el poder ejecutivo y te diga "quiero que aumentes tanto%". No olvides que a sindicalistas y dirigentes empresarios no sólo les interesa el salario (candidaturas, poder partidario, causas judiciales, aranceles...)

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  6. Muy bueno el post. Hace unos días tenía una discusión sobre esto con Martín diciendo más o menos lo mismo. Pero, bueno, aquí está mucho mejor expresado!

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  7. Martin: Yo pensaria que si reducir subsidios gatillas otro capitulo de cambios de precios relativos, que en un contexto inflacionario que facilita el ajuste de precios puede agregar mas a la inflacion que lo que el mero ajuste de tarifas contribuiria de manera estatica (algo asi como el efecto multiplicador que la inflacion inercial le agrega al shock). Dudo que esto sea capturado por un modelo (menos aun por un modelo real como el que me imagino estas pensando al asumir que el gasto se mantiene constante y que los hogares compensan el aumento con menos consumo). Por otro lado, aun cuando cayera la demanda, esto no garantiza que el ajuste de tarifas no derive en mas inflacion (la tristemente celebre estanflacion derivada de shocks de oferta: el ajuste de tarifas, desde el punto de vista privado, es asimilable esto ultimo).

    Pero todo esto que estoy diciendo es una version larga de lo que dicen los comentarios subsiguientes (e, infiero, objeta Ana en sus propios comentarios, que lamentablemente no lei): la inflacion inercial es solo una manera imperfecta e inestable de resolver el problema de coordinacion de un regimen inflacionario. que en su variante agregada se expresa como una puja de precios y salarios, a la que el analisis actual deberia agreagar el rol del sector publico, agente pasivo (en tanto deudor cronico) en los 70s, 80s y parte de los 90s, y hoy participante gozoso del pogo distributivo.

    Como no pretendo cerrar este debate que espero alguna vez rinda sus frutos (tal vez con este nuevo esfuerzo de concertacion oficial?), prefiero simplemente agregar que cuando hablamos de metas de inflacion en el pais, simplemente estamos reemplazando la meta cambiaria de las viejas tablitas y banditas por una de variacion de precios. Asi es mas facil entender el valor de contar tanto con un nuevo IPC, como con un esquema consensuado que evite que algun sector ventajee al resto en la largada.

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