Interesante discusión a raíz de la combinación del cambio de gobierno en Brasil (el país modélico de la emergencia latina) y la expansión monetaria gringa estilo Bretton Woods tardío.
En pocas palabras: ahora que el aumento del precio de las materias primas (fruto en gran medida del posicionamiento especulativo tras la expansión monetaria en los EEUU) empuja la inflación minorista por encima de la banda meta: ¿Qué hacer? Si el BACEN sube la tasa, importa recesión gringa. Si la deja donde está, importa inflación.
(Por supuesto, simplificamos: Brasil, como el resto de América emergente y metainflacionista, adolece de otros problemas, que a la larga hacen que su tasa de crecimiento no inflacionario esté muy por debajo del 7% actual, como se discute en este trabajo reciente para Brookings, o en éste del BID sobre productividad, entre muchos otros).
Lo interesante es que este debate retoma aquel de mediados de 2008 interrumpido por la caída de Lehmann, cuando el petróleo a 150 cuestionaba la suba de tasas para mantener metas de inflación en un contexto de altísimo riesgo sistémico. Es que los shocks de oferta siempre fueron el talón de Aquiles de las metas, diseñadas como para mitigar desvíos de demanda, e ignorar shocks de oferta presuntamente transitorios. Para colmo, mientras los metainflacionistas del primer mundo ignoran estos shocks de jure al utilizar medidas de inflación "núcleo" que generalmente reducen la incidencia de las materias primas, los siempre sospechados bancos centrales emergentes deben aferrarse a la más visible (y sensible) inflación minorista (la del IPC), a fin de que el público no piense que al medir el núcleo les meten el perro.
Pero éste no es la única debilidad del caso de metas de inflación.
Las metas probaron ser buenas para bajar la inflación de un 20% crónico a un 5%, gracias al efecto coordinador de una meta creíble y transparente para reorientar la inercia de las expectativas adaptativas (léase: la remarcación basada en inflación pasada). Pero, como señalamos en este trabajo enciclopédico, sus dividendos empíricos una vez que las expectativas se anclan en los dígitos bajos independizándose de los agregados (una vez que, como dijo Mervyn King, los agregados nos abandonan) son muchos menos evidentes, particularmente en relación a un esquema más flexible de doble meta (inflación y brecha de producto) como el gringo, más particularmente cuando son los shocks de oferta los que obligan a las tasas a sobrecompensar, potencialmente reduciendo el nivel de actividad por debajo del potencial.
Por eso, en su versión lite, las metas pudieron haber sido útiles para Argentina en el 2002-2003, pero probablemente fueran redundantes en el 2004. Por la misma razón, podrían ser útiles ahora (como sugerimos aquí, y. más recientemente, aquí) para reducir la inercia (no el shock cárnico).
En cambio, el caso pro metas es mucho más borroso para países como Brasil, sobre todo si el mercado anticipa que no responderá al shock de oferta, disimulando el desvío como ya lo hizo en situaciones similares en el pasado. Y esto sin tomar en cuenta los efectos del tsunami de dólares (actualmente contrarrestados por el colapso del Tigre celta) o la necesidad de prevenir la excesiva inflación de activos (la semilla de una burbuja).
La historia de los regímenes monetarios y cambiarios. No hace mucho, reconocidos economistas saludaban a las metas de inflación como el nuevo paradigma, como antes lo fueron la visión bipolar, las tablitas y banditas, la fijación al dólar de posguerra, o el patrón oro.
El puesto está vacante.
Lo unico seguro es el cambio, habra q tomar medidas extraordinarias ante situaciones extraordinarias, pero antes hay q diagnosticar al paciente, y este no sufre de ¨dolar¨, sufre de ¨yuan¨... lo claro es q no hay posibilidad de enfrentar a los dos ataditos, inundandonos de cash y productos baratos...
ResponderEliminarMuy bueno post Ely, muy oportuno.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=2N8gJSMoOJc
No entiendo por qué un BC debe ocuparse de shocks de oferta, tanto positivos (productividad) como negativos (shock cárnico). De acuerdo a mi visión cuasimonetarista, un BC debe ocuparse de shocks nominales y punto. En esta visión, las metas de inflación (o metas mejores como el nivel de precios [1] o PIB nominal [2]) deben seguir en vigencia. La tasa de interés no es la única herramienta del BACEN para hacer política monetaria contractiva.
ResponderEliminar1- http://macroblog.typepad.com/macroblog/2010/10/a-good-time-for-price-level-targeting.html
2- http://macromarketmusings.blogspot.com/2010/11/why-ngdp-level-target-trumps-price.html
Un tema ese de las metas de inflación cuando hay un shock de oferta, sobre todo si el shock viene del lado de un producto que se importa, porque eso mismo afecta negativamente la demanda vía una reducción del ingreso disponible.
ResponderEliminarQuizás ahí la mejor solución sea comunicar bien qué es lo que está pasando para evitar el traslado generalizado a precios y salarios.
Claro Ana: la economía recibe un shock de oferta negativo y el BC responde con política monetaria contractiva. Me parece un sinsentido. Me parece que es preferible un poco de inflación extra durante la duración del shock negativo y no aumentar las presiones recesivas con la política monetaria. Por eso me parece una idea brillante lo de metas de gasto nominal/PIB nominal y ocuparse (o no) de la oferta con otras herramientas.
ResponderEliminarA nadie le preocupa la deflación en productos tecnológicos, pero si es preocupante la caída del gasto nominal por debajo de la tendencia de crecimiento de las últimas dos décadas.
Alpha: me había quedado colgado tu comentario, que en realidad son dos. Por un lado, propones ignorar shocks de oferta, lo que implicaría aceptar, por ejemplo, la inflación de alimentos. Esto, que en ppio suena contradictorio con las metas de inflacion, es lo que venían haciendo en parte los países latinoamericanos durante el boom previo a la crisis, aunque la persistencia del shock (y la preocupación por el simple hecho de que el úblico en general no distingue según la naturaleza del shock) los había llevaod a subir tasas rápidamente, meses antes de que la caída de Lehman cambiara el curso de la historia. Es ese capítulo que la crisis dejó abierto el que amenaza con continuar ahora. Mi modesta opinión: los shocks los podés ignorar por un tiempo (y en proporción inversa a la reputación adquirida: no te olvides que el banco central no mira tanto la inflación corriente sino el dato de si las expectativas siguen ancladas en la meta) pero no lo ignorar siempre.
ResponderEliminar(Existe la posibilidad de dejar aprecias el tipo de cambio, algo que insinuaron en Asia emergente donde las tasas nunca suben demasiado, y que sugiere Lucas Llach en un post sobre este post, en dos versiones que son a la larga una misma idea. Personalmente, subordinar la política cambiaria a los vaivenes de la política monetaria americana y la aversión mundial al riesgo no me parece lo ideal, pero prefiero dejar la discusión para otro momento.)
Lo otro que sostenés es la ventaja de price level targeting (PLT) en estos casos. Aquí no disiento sino que simplemente no veo cómo PLT puede mejorar las condiciones de elección del banquero central. En el link que mandás, Evans lo sugiere para el caso de tasa de intérés cero, cuando ésta deja de ser un instrumento. En ese caso, la alternativa sería política de liquidez a la antigua (QE al estilo japonés, es decir, una meta de agregados monetarios). No pienso dirimir esta ardua discusión en tres líneas, sólo te indico que las condiciones teóricas para que el PLT supere a las metas de inflación son complejas y alguna de ellas (expectativas forward looking, previsibilidad del banco central) no creo que se cumplan en los países que hoy enfrentan este problema. Pero antes que opinar en el aire, prefiero
dejarte una referencia (http://www.bankofcanada.ca/en/review/summer10/murchison_summer10.pdf) del Banco de Canada, tal vez el único que consideró PLT como una opción por las razones que vos mencionás (pequeña economía abierta sujeta a importantes shocks de términos de intercambio).