
Lo curioso de este debate es que, uno a uno, los países que en los 90s dolarizaron siguiendo las modas de entonces (la de la inevitabilidad del dólar, y la otra de matar al hacedor de política que en estos pagos sólo podía equivocarse) se han ido replanteando como hacer para salir del cepo. La dolarización (o euroización) es como un tatuaje hecho bajo los efectos del alcohol, que pierde su atractivo con el tiempo y sólo se va con dolor.
(Esta vez la imagen no tiene nada que ver, pero el cuadro es una obra maestra del nuevo realismo).