En un comentario a mi post anterior sobre las semejanzas en los resultados macroeconómicos de Argentina y Brasil, un distiguido colega preguntaba sobre las "perspectivas de largo plazo: oferta de energía; complejidad del desarrollo en uno y otro caso; productividad/competitividad; complejidad del sistema financiero; performance del sistema educativo; producción de mano de obra de alto nivel; capacidad para ser relevante en el mundo; adaptación pragmática las posibilidades de la globalización(Dani Rodrik dixit)."
Lo primero a hacer notar es que la columna original se refiere esencialmente a flujos (crecimiento del PIB) y, más en general, a evolución (cambios en la distribución de los ingresos, cambios en la deuda neta). En otras palabras, no dice que Argentina y Brasil son iguales (no lo son) sino que analiza cómo han cambiado en la última década. Por ejemplo, la relevancia de Brasil en el mundo, fue y será mayor que la argentina por efecto de su tamaño económico. Y la "adaptación pragmática a la posibilidades de la globalización" requeriría de alguna definición más fina para ser medida y comparada.
Pero varios de los importantes puntos levantados por el colega si pueden compararse cuantitativamente. Veamos.
Podemos ilustrar la oferta de energía (sé que me expongo a la ira de los verdaderos expertos en el tema, mea culpa) con la serie de producción de energía del Banco Mundial (que convierte distintas formas primarias de energía: petróleo, gas, carbón, electricity, etc, en unidades equivalentes de petróleo, que luego divide por el producto en dólares). Dejando de lado el pico argentino de 2002-2003 (reflejo de la caída del producto en dólares), el cambio para el período es negativo para ambos países, pero algo más para nuestros vecinos.
Para aproximar la composición de las exportaciones, podemos mirar la evolución de las manufacturas en el total de exportaciones de bienes, así como el porcentaje de las exportaciones de manufacturas consideradas de alto contenido tecnológico sobre el total de exportaciones manufactureras (perdón, es largo, e imposible de escribir de manera más melodiosa sin perder precisión). La mayor complejidad y diversidad de las exportaciones brasileras es conocida, pero se ha visto reducida en los últimos años (señal de lo que en un informe reciente atribuía a la enfermedad holandesa -tanto la tradicional como la financiera impulsada por el ingreso de capitales). Por su parte, el ratio de exportaciones manufactureras en Argentina se mantiene estable a niveles más modestos.
¿Qué decir de la productividad, base fundamental de la competitividad de largo plazo? Nunca me queda en claro qué tan comparables son las estimaciones de productividad total de los factores, generalmente extraída como residuo luego de medir el crecimiento del capital físico (maquinarias) y el capital humano (el trabajo, ponderado por educación). Pero si nos concentramos en la evolución, salvando del traspié de la crisis de 2001, Argentina tampoco parece retroceder respecto de Brasil.
Por último, me tomo la lñibertad de reemplazar el tandem "performance del sistema educativo + producción de mano de obra de alto nivel", siempre arduo de medir de manera comparable, por el índice de desarrollo humano de la ONU. Allí, a diferencia del gráfico anterior, es Brasil el que nos viene alcanzando por detrás, aunque el cambio relativo es bastante menor.
Estos pocos gráficos lejos están de contestar las preguntas de fondo: la de mi colega, desparramda en varias variables, y la mía, modesta sintesis de la de él, sobre la posibilidades a futuro y la existencia de efectos diferidos -la mochila de los errores de política. Este post no apunta más que a abrir el apetito por un debate sobre el modelo de desarrollo de la región y el efecto económico de aspectos extra económicos, temas que suelen perderse en la vorágine electoral, pero que finalmente alguien tendrá que abordar si no queremos seguir andando a oscuras.
Como siempre, impecable. Un placer leer estos post.
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ResponderEliminarEduardo,
ResponderEliminarMuy interesantes tus comentarios, gracias.
Sin embargo, nunca dejo de asombrarme del funcionamiento de la ciencia económica, exactamente el inverso del de las ciencias naturales. En efecto, éstas últimas tienden a tomar como punto de partida un fenómeno y a hacerse preguntas sobre él. "Por qué caen las manzanas?" y una vez que se propuso una teoría al respecto: "Y entonces por qué si todos los cuerpos caen la luna en cambio no?" (sometiendo la teoría al duro juicio de la realidad).
La economía en cambio parece partir del principio de que estamos rodeados de espejismos, de que toda observación es mendaz y que la realidad se debe siempre leer a través de instrumentos intelectuales. Que eso que esta ahí delante de mis ojos siempre es "otra cosa".
Por ejemplo, un científico natural partiría de ciertas constataciones cotidianas al momento de preguntarse sobre la industrialización argentina. Iría al supermercado y observaría que cuando los productos son más elaborados que las latas de tomates o los fideos, en general provienen de Brasil. Saldría a comprarse pilchas y comprobaría el altísimo porcentaje de productos importados, y si tuviera una amiga que fabrica ropa sabría que Argentina no produce telas más allá de las de calidad rudimentaria. Abriría su celular para cambiar la batería y comprobaría que nada es fabricado en el país (salvo un ensamble de partes para algunos productos hogareños). Compraría un insumo fabril y vería que viene de China o de Brasil. Ni qué hablar de los bienes de capital. Saldría con el auto a la Panamericana y vería muchos telos pero pocas y poco densas zonas industriales.
Si viviera en el exterior podría observar otras cosas. Podría no observar ni un solo producto manufacturado importado de Argentina, a excepción del Malbec. Podría salir a cualquier autopista e incluso en el Primer Mundo en vías de desindustrialización observaría a la distancia superficies fabriles que en relación a las argentinas más que zonas parecen ciudades industriales. Ni qué hablar de los alrededores de San Pablo. En cambio, podría tomar vuelos de cabotaje USA o Europa en aviones… fabricados en Brasil (nada menos que aviones!).
En resumen: una estadística apurada de un día de la vida sugeriría sin más que Argentina sólo produce bienes industriales básicos. El punto de partida de un científico natural, o por ejemplo la motivación de un paper, sería cómo compatibilizar esta multitud de observaciones coherentes entre sí con las diversas métricas en danza que las contradicen -si es que hay algo que compatibilizar y no directamente admitir que son las métricas, y no la realidad, las que están equivocadas. La carga de la prueba, por así decirlo, estaría del otro lado, del lado de lo más improbable o de lo que contradice los sentidos.
En cambio parecería ser que para la economía esta e-vidente ausencia de industria podría ser un error de percepción, una travesura de nuestros sentidos. Parece que la verdad no puede serlo sin ser antiintuitiva. El punto de partida no es la observación sino la abstracción.
Es muy raro.
Marcelo: eso no es ciencia economica, es pereza.
ResponderEliminarMuy bueno el blog y excelente la nota. Solo me tomaría el atrevimiento de marcar otra diferencia: los resultados acumulados de la cuenta corriente. Desde el 99 hasta el 2010, Argentina se ha presentado superávit (tomando la década), lo que le permitió pasar de tener una posición de inversión internacional negativa, a una fuertemente positiva a partir del 2005 (tomando títulos a valor residual). Si bien no hay que olvidarse del efecto del canje (licuación de pasivos externos), nuestro país un periodo de sostenido ahorro por encima de la inversión, dando como resultado un consistente superávit de las cuentas externas. En cambio, Brasil alterno signos positivos y negativos en su cuenta corriente desde el 99, pero el acumulado del periodo es fuertemente negativo. En otras palabras, invirtió por encima de ahorro, endeudándose con el resto del mundo y manteniéndose como deudor contra el resto del mundo.
ResponderEliminarDejo algunas dudas quizás para un próximo blog, en mi opinión creo que este punto favorece a la Argentina, aunque también nos podríamos preguntar ¿Tiene sentido que financiemos a otra economía cuya renta por habitante es de más del doble que la nuestra? ¿No debería ser al revés?
Very interesting comparisons. They should be more frequently released (and discussed) here in Brazil.
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