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Las reglas de pertenencia a clubes VIP, se sabe, nunca son demasiado claras. En nuestro caso, los que argumentan (no sin algo de razón) que nuestra carnet del G20 es un souvenir del dólar alto noventista, tal vez olvidan que tanto nuestro producto per cápita como nuestra situación regional justificarían la inclusión. En parte, este olvido es consecuencia de que el país haya puesto en el freezer la agenda internacional, limitando nuestra participación bianual a la diatriba antimonetarista de rigor, y a la foto de familia.
Una visión estratégica, sin embargo, indicaría que Argentina es el mejor candidato para terciar entre México (que en su relación de amor y odio con el gringo se olvida de sus cuates sudacas) y Brasil (que prefiere juntarse con los BRICs, ese grupo fundamentalmente heterogéneo creado por Goldman Sachs para vender índices y estructuras, y que los medios y los políticos encuentran curiosamente glamoroso).