No importa cuántas vueltas le demos, está claro que la inflación no ganará ni perderá una elección. Para empezar, el tema figura entre las preocupaciones de la gente pero está lejos de ser excluyente (y pierde contra la seguridad, tanto física como, intuyo, laboral). Por otro lado, como puntualizaba aquí, los candidatos no están dispuestos a ir al meollo del asunto.
En sus alocuciones sostienen que la inflación es alta (en rigor, técnicamente, es moderada), está en ascenso (en rigor, si no se repite el shock cárnico y si el gobierno continúa conteniendo el aumento del gasto por debajo del 30%, será comparable si no menor a la de 2010), perjudica a los que menos tienen (en rigor, sí, aunque el gobierno se guarda la potestad de empardar la pérdida de poder adquisitivo con aumentos de AUH y jubilación mínima, ya se están retrasando, y aún queda el empleo informal, seriamente subrepresentado en el mapa político actual) y otras inocuas lindezas.
Pero a la hora de precisar qué es lo que piensan hacer, nadie le pone el cascabel al gato: lo más cercano a una propuesta es aumentar la inversión -que no es propiamente una propuesta como no lo sería crecer más o ser más felices, pero que además, daod que implica incrementar la demanda agregada, es de hecho inflacionario en el corto plazo. (Nada en contra de la inversión: hay que incrementar su cantidad y calidad, pero dado que su efecto sobre la oferta se siente sólo en el mediano plazo, no calificaría como una "política anti inflacionaria"). En todo caso, nada de ajuste, enfriamiento, desaceleración u otras referencias a la física mecánica.
Es cierto que a nadie le gusta la palabra ajuste, pero ¿Por qué la inflación es aquí un problema políticamente liviano cuando en vecinos como Brasil, Perú o Uruguay pueden decidir fácilmente una elección -lo que justifica que el gobierno gastador de Lula haya preservados tasas reales de dos dígitos, o que el ex hiperinflacionista Alan García haya echado a un ministro de rconomía por no saber explicar la incidencia de los shocks de commodities sobre la inflación peruana?
Someto a consideración de los lectores una hipótesis es simple: inflación de demanda. La historia de las inflaciones e hiperinflaciones regionales estuvo siempre asociada con crisis: la inflación subía, y el producto y el empleo bajaban. Y no hay nada más importante para el votante medio que el empleo. La crisis argentina de 1999-2002 fue inusual en este sentido: gracias al éxito "excesivo" del uno a uno, tuvimos una recesión sin inflación (de hecho, la deflación fue parte del problema), y luego una recuperación que se volvió rápidamente inflacionaria (la inflación ya comenzaba a mostrar su cabeza allá por 2004). Y el votante medio es propenso a correlacionar experiencias contemporáneas: la crisis de deuda de 1989 no fue resabio del sobreendeudamiento de la dictadura sino culpa de Alfonsín y Surrouille, y la culpa de la crisis no la tuvo Menem sino De la Rúa y Cavallo. Del mismo modo, la inflación de los 2000s es percibida (no sin razón) como una consecuencia directa del crecimeinto -sin el detalle de los aspectos negativos que tiene sobre el crecimiento futuro, que el hombre de la calle sabiamente deja a cargo del gobierno, que para algo le paga el sueldo.
Entonces, la pregunta sobre la inflación se transforma en un dilema: preferiría menos inflación, pero no a costa de menor crecimiento. En otras palabras, si por cada 10% de inflación debo sacrificar 1% de crecimiento (aproximación más que generosa), con el consiguiente riesgo laboral, prefiere no hacer nada. A esto también contribuye el hecho de que el mercado laboral privado ha perdido el dinamismo de los 2000s -en parte por los efectos de la inflación sobre la competitividad industrial y la generación de empleos calificados.
Por eso, se entiende que el candidato ofrezca bajar la inflación con más crecimiento (de la inversión) -oximoron de economía electoral si los hay. Por eso, también, el dato de que la inflación no definirá esta elección -aunque podría definir la próxima.
Que el hombre de la calle piense la macro en términos netamente "curvophillipeanos" creo yo es una de las grandes victorias mediáticas del gobierno. Experiencias de países vecinos confirman que se puede crecer alto y sin esta inflación (quizás aca, es cierto, hemos logrado un par de puntos más de crecimiento, pero a niveles donde ya estimo que el efecto sobre el empleo es marginal...y con altos costos en inflación). La oposición debe dar batalla en este aspecto y evitar referencias a solucionar la inflación "con más inversión". Recuerdo una columna suya Eduardo en el Cronista sugiriendo la otra cara de la inversión en el corto plazo...ya en 2005!!
ResponderEliminarY...por fin alguien se refiere a la crisis del 89 sin culpar enteramente al gobierno radical (que tuvo errores en su gestión económica por supuesto), tratando de entenderla como un proceso historico, con errores de otras (varias en realidad) gestiones.
Cuando decís que la inflación hoy es "moderada" seguramente te refieras relativo a la que vivimos en las últimas décadas en el país. Pero considerando que relativo al resto del mundo es la segunda mayor, creo que no está mal calificarla de "alta".
ResponderEliminarSaludos
Eduardo, creo que la hipótesis a la que sometés al lector es demasiado simple. No creo que sea correcto hablar de inflación de demanda, salvo que creas que llegamos al máximo de nuestra capacidad instalada. La historia de inflaciones e hiperinflaciones en la región me gusta pensarla como el amigo Olivera: Estructuralista.
ResponderEliminarCreo que tiene un poco más de validez y encaja perfecto con nosotros: Problemas en el mercado de producto y problemas en el mercado de empleo.
No te parece?
Saludos,
La verdad es que el gobierno se maneja con una irresponsabilidad sin límites.
ResponderEliminarAl fin de cuentas todo el sufrimiento y sacrificio de la crisis del 2001 no habrá servido para nada.
Estamos en una dinámica insostenible: los costos laborales en Argentina están por las nubes (ajustados por productividad), hoy hablar de un salario de mil euros no espanta a nadie, por otra parte los precios de los alimentos (repito: los alimentos) están a nivel de Estados Unidos y Europa... ni hablar de la electrónica que cuesta el doble.
Los pocos sectores transables trabajo-dependientes (E.G. software) están al límite de la supervivencia, hay que ser conscientes del desastre que se avecina.
Lucas: Cierto, cuánto hace que discutimos los mismos temas, no? Por suerte no cambié de opinión sin darme cuenta.
ResponderEliminarNatalio: No, me refiero a la definición tradicional en la literatura: http://www.nber.org/papers/w3896. Convenciones sin demasiada improtancia.
Ecónomo: dudo que Olivera se refiera a eso cuando invoca al estrcuturalismo, pero eso mejor preguntarle a él. Por mi parte, creo que pensar que la inflación acumulada en los últimos años es fruto de la estructura de mercado no sólo no se condice con la definición de estructuralismo (aunque sí cabría en el uso más vulgar del término estructural) sino que es un error de percepción que ha llevado al gobierno a ya varios economistas heterodoxos a negar el problema en sus fuentes. Hoy en cambio creo que hay factores de demanda y de oferta pero que la mayor parte del problema se asocia la inflación inercial (la indexación adaptativa a la inflación pasada, agravada por la ausencia de un índice de inflación creíble) concepto que sí se asocia con el pensamiento económico estructuralista (al menos como yo lo recuerdo, pero, como siempre en la ciencia y en la vida, puedo equivocarme).
Carlos: creo que a estas alturas el gobierno es conciente del problema pero tiende a negarlo, entre otras cosas invocando argumentos "estructurales", o a rezar porque algunas soluciones cosméticas lo resuelvan mágicamente.
Eduardo, difícil discutir el tema si de partida asumimos que bajar 10 puntos porcentuales de inflación requiere un punto de producto. Yo creo que la relación inflación-producto es mecánica como en una curva de Phillips solamente cuando un montón de cosas permanecen constantes. Habiendo tantas distorsiones me parece que hay margen para pensar alternativas con menores costos.
ResponderEliminarIgual coincido que en la Argentina hoy la inflación tiene pocos costos para el gobierno, en especial porque la oposición no sabe mostrarle a la gente que es un costo innecesario para crecer (como lo muestra la experiencia de nuestros vecinos). Saludos,
martín
Martin: creo que me expresé mal: lo del diez por uno es un mero recurso retórico para referirme a que en la medida en que parte de la inflación se genere por recalentamiento de la economía, un plan anti inflacionario deberá contemplar una tasa de crecimiento menor al 9% de 2010. De hecho, la relación seguramente es menos favorable: el plan quinquenal de la nueva Cepal oficialista pone el crecimiento objetivo en 5%, o sea cuatro puntos menos. Y a mi juicio el exceso de demanda puede estar aportando un 5% a la inflación de los últimos dos años. Esto te daría un cuantro por cinco más que un diez por uno. Pero, insisto, esto no es una estimación sino una manera de referirme al dilema entre inflación y crecimiento. Lo que sí no creo que sea consistente es un plan anti inflacionario que aspire a mantener el crecimiento en 9%.
ResponderEliminarRafael Di Tella et al (2000), basado en encuestas en países desarrollados, encuentra una mayor pérdida de bienestar social derivados del desempleo que de la inflación.
ResponderEliminarSi se tiene en cuenta que la inflación afecta “a todos un poco”, mientras que el desempleo afecta “mucho a algunos”, el caso podría analizarse como un ejemplo típico del “problema de la acción colectiva”, donde el ciudadano medio –más sensible a su rol de “productor” en el circuito económico, aún a costa de sacrificar grados de satisfacción como “consumidor”- prefiere perder una parte del poder adquisitivo de su salario, pero no correr el riesgo de perder íntegramente su ingreso.
De allí la mayor aversión al desempleo que a la inflación, creo (en niveles moderados, claro)