jueves, 10 de marzo de 2011

¿Por qué ya nadie habla de un banco de desarrollo?

Lo prometido es deuda. En el último post decía que a fin de subsanar el déficit generado por el nuevo modelo bancario en países emergentes sin mercados de capitales profundos se suele recurrir a la banca de desarrollo. Como muchas ideas en el campo del desarrollo económico, el concepto de banca de desarrollo ha sido víctima del escarnio de la ortodoxia económica, y de una no menor confusión semántica que podría resumirse en una frase: la banca de desarrollo y la banca pública no son la misma cosa.


Aunque no existe una definición universalmente aceptada de banca de desarrollo, una visión desarrollista invocaría el financiamiento de proyectos con bajo retorno financiero pero alto retorno social (por ejemplo, por presencia de externalidades positivas del proyecto, que no son apropiables por el prestamista privado, pero sí por el Estado en tanto representante del país).

Por otro lado, un banco público enfrenta un riesgo de liquidez menor, en la medida en que además de depósitos y títulos privados, cuenta con la capacidad recaudadora del Estado (incluyendo mediante la apropiación de activos privados), que le permitiría soslayar los límites al descalce de plazos típicamente impuestos a la banca comercial, y de este modo prestar más largo a un costo menor.

Esto sugeriría que la banca de desarrollo debería ser particularmente activa en sectores con asimetrías de información, activos intangibles, plazos largos de maduración, grandes necesidades de financiamiento externo, y externalidades positivas significativas. En todo caso, está claro que su papel no es duplicar el rol de los bancos privados, sino complementarlos.

El Banco Nación (y mucho más aún los bancos provinciales y el Banco Ciudad) están muy lejos de este perfil, emulando a sus pares privados y compitiendo con ellos por mostrar una mayor rentabilidad. La composición del fondeo está aún fuertemente basada en depósitos del público. Y si bien la composición de cartera muestra alguna mayor concentración en créditos comerciales o sectores pymes, lo cierto es que esto no se explica por el componente manufacturero o agrícola sino por una mayor participación en el financiamiento del sector público.

En parte, esto es el resultado de la combinación de un mandato ambiguo (que termina priorizando a sus dueños públicos por encima de los sectores desfinanciados) y de un sometimiento a los mismos condicionantes e incentivos que un banco comercial privado (lo que lleva a una composición de activos y pasivos comparable).

Por ejemplo, una de las principales críticas a la banca pública es que suelen ser menos rentable que sus pares del sector privado. Estas presiones a favor de la rentabilidad inducen a los gerentes de la banca pública a desviarse de su mandato social e imitar a la banca privada en sus criterios de asignación del crédito. La paradoja de este criterio presuntamente eficientista es que, haciendo rentable a la banca pública no la vuelven eficiente en el sentido desarrollista sino meramente redundante.

Tal vez las razones de este sesgo haya que buscarlas en lo que, a mi juicio, constituye un error de interpretación del riesgo de la banca pública. La razón fundamental por la que se somete a los bancos privados a un régimen regulatorio más estricto (a cargo del Banco Central o la Superintendencia de Bancos) es la presencia de fuertes externalidades negativas de una crisis bancaria (contagio, corridas, iliquidez, paralización productiva), que fuerza rescates financieros con fondos públicos, pudiendo generar, en anticipación a este seguro implícito, un comportamiento excesivamente riesgoso por parte de los banqueros. En todo caso, si el banco toma las ganancias y el Estado se hace cargo de las pérdidas extremas, se justifica que éste exija a aquél transparencia y medidas de seguridad para minimizar los costos fiscales contingentes.

Pero si se trata de un banco de desarrollo público, al consolidarse agente y principal (al ser el banco público parte del Estado garante), esta regulación sería en la práctica como regularse a uno mismo. Naturalmente, existe el peligro de que, al ser exceptuada de los criterios de rentabilidad y riesgo, la banca pública sea capturada por intereses privados, con alto perjuicio para el fisco. Precisamente allí se centra el dilema de la banca de desarrollo: cómo inducir eficiencia –en el sentido específico de motor de desarrollo– evitando la mala asignación de los recursos o la captura por parte de amigos del funcionario de turno. En otras palabras, el problema de regulación de riesgo bancario se convierte en un problema de administración, y requiere una regulación distinta a la que gobierna a la banca comercial privada.

A tal fin, debería seleccionarse uno o más objetivos (idealmente, no muchos) a los que el banco se orientaría, debatirse la manera más eficiente de instrumentarlo (ya sea como agencia de garantías, como banco de segundo piso o, si los bancos privados se muestran reacios a canalizar estos recursos, como banco de primer piso pero financiado en los mercados de capitales a la manera de un banco de inversión, de modo de no quedar atrapado por la regulación de la banca minorista), establecer una regulación ad hoc destinada a contener ineficiencias en la asignación, y diseñar la ingeniería financiera que permitiera transitar de la situación actual de banca comercial al esquema elegido para el mediano plazo (por ejemplo, escindiendo el Banco Nación en una entidad minorista fondeada con depósitos y otra mayorista fondeada con recursos públicos y títulos de deuda).

Es cierto que hemos tenido malas experiencias con bancos de este tipo en el pasado, pero si las malas fueran razón suficiente para cajonear una buena idea muchas otras cosas quedarían en el cajón. Por otro lado, la tecnología ayuda: el grado de transparencia pública que hoy se le puede exigir a una entidad pública es mucho mayor que en el pasado.

El gobierno insinuó en más de una ocasión la creación de una entidad de desarrollo,. Personalmente, creo que no es necesario reinventar la rueda: del Banco Nación puede salir el tan deseado BNDES (e, idealmente, un esquema superador del modelo brasilero, hoy en discusión). En todo caso, aun ante la evidencia de la consumización del crédito bancario y la persistentes limitaciones del mercado de capitales para financiar la producción, el tema no ha hecho aparición en el debate de campaña. Aún estamos a tiempo.

12 comentarios:

  1. Excelente explicación de cómo funcionan los bancos de desarrollo, las diferencias con los privados y por qué hoy en día necesitamos tanto uno!
    Saludos.

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  2. Alfonso Jr. esta de acuerdo con la creación de un banco de desarrollo, o en todo caso, si no llega al ejecutivo, apoyaría en el congreso?

    Se necesita la autorización del congreso para escindir al Nación?

    Muy buen post, estoy de acuerdo en lo fundamental: que haya salido mal antes no invalida la idea, o hace menos necesario un banco así.

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  3. Estimado Eduardo: Muy buena la nota.
    De hecho, trabajando con bancos públicos "que se llaman de desarrollo", en temas muy prácticos como establecer unidades de crédito a micro, pequeñas y medianas empresas, te encuentras que debido a su posición dominante en el mercado, muchos de ellos en la competencia con la banca privada, abandonan los proyectos menos rentables, porque su staff está totalmente orientado a productos muy rentables, como el financiamiento al consumo, que en la mayoría de los países está solucionado por el propio mercado, generando un efecto rent seeking en los clientes (subsidian la tasa). Uno encuentra que existe muy poco espacio y apoyo para implementar productos que justifiquen la real existencia de estas instituciones. La banca de segundo piso es una salida. También existen malas experiencias (CFN en los 90´), dado la posible captura de las mismas por los allegados a los políticos. No estás nombrando en tu nota al BICE. Creo que esa debería ser la etapa de arranque, me parece más puro, sin estar al tanto sobre que hicieron últimamente. Experiencias para tomar en cuenta:
    La CND del Uruguay (lo que hacen actualmente), CORFO de Chile, Financiera Rural y NAFIN de México, COFIDE del Perú, AFD del Paraguay, BMI de El Salvador. Banco Nacional de Costa Rica (para muchos de los mejor en la región). Un abrazo, Gabriel

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  4. Una pregunta: ¿por qué en lugar de hablar de banca de desarrollo no formulamos primero una estrategia sustentable de desarrollo?
    Digo... una estrategia que permita por lo menos el repago de los créditos...

    Es lo que no se entiende en Argentina: no es que falte financiamiento, faltan negocios de verdad y proyección de futuro, ne es de extrañar que históricamente el crédito para el desarrollo haya terminado en manos de aventureros y corruptos.

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  5. Carlos: ¿No podemos hacer las dos cosas? (Además, personalmente, lo de estrategia de desarrollo se me hace un tanto voluntarista: veo el rol del Estado como facilitador del desarrollo más que como estratega.)

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  6. ELY:

    Suscribo plenamente excepto en que no veo la posibilidad hoy de una regulación de semejante entidad que evite su tan temida captura por intereses privados o políticos de corto plazo.
    Y cuando digo "hoy" no me refiero específicamente a esta administración, solo no puedo dejar de pensar que terminaría siendo un organismo dirigido por un cuerpo de personas que llegarían ahí no por méritos y aptitudes sino por contactos políticos y que la asignación de fondos estaría más cercana a la retribución de favores o a la satisfacción de objetivos políticos-electorales (descartemos por ahora la catástrofe de que se termine en la financiación de proyectos a los amigos del poder de turno de nulo retorno social a cambio de sobornos o algo así).

    O dicho en forma más grosera: no importa como se proyecte su creación y regulación, no hay nada que unos pocos DNU más tarde no pueda modificar y la sociedad argentina se pueda tragar sin mucho escándalo.

    Y para terminar con algo relacionado: ¿no es posible inducir a la banca privada a modificar ese perfil "financiador-de-consumos" que describís con una ley de entidades financieras diferentes?

    Saludos, buen post.

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  7. Un optimista sin duda. Como todo, hay que probarlo pero, por conservadurismo, empezaría con una versión minimalista http://goo.gl/ULtxM. Just in case.

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  8. Serenity: Para tu pregunta sobre inducir a la banca privada, te recomiendo el post anterior que versaba sobre este tema. Me parece que podes generar incentivos pero las condiciones de rentabilidad del negocio nbancario se han modificado de tal modo que no esperaria un cambio sustancial en el patron de prestamos (o, alternativamente, el subsidio necesarioseria demasiado costoso). Pero esto no quita que uses a los bancos privados como primer piso para la operacion de tu banco de desarrollo de segundo piso (este podria prestar a los bancos fondos de desarrollo con fines especificos, y aquellos se encargarian de la seleccion de las aplicaciones).

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  9. Miguel: que puedo comentar de un post en el que me postula para un trabajo interesante? Solo aclarar una version de segundo piso (o una agencia de garantias) que no elija con nombre y apellido el destinatario final del prestamo podria morigerar el riesgo de captura. Por otro lado, el miedo a la captura nos llevaria a un Estado minimalista, no? (Pienso en otras publicas instancias de fomento en el area de transporte, energia, concesiones de servicios, etc.) Apuntemos alto.

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  10. Estimado ELY: muy bueno y necesario el post!!! Es imprescindible empezar a transformar la banca pública existente en banca de desarrollo (y, en todo caso, evaluar si se justitifca alguna presencia en la banca minorista a modo de banca testigo, aunque tiendo a confiar mucho mas en la regulación). Tal como está hoy concebida la banca pública, "desagrega" valor y provoca captura privada de recursos públicos escasos (no deberias olvidar entre los que participan del botin a los propios empleados de esas instituciones, además de los amigos del poder y las empresas promovidas). Estrictamente, estas entidades están al margen de la regulación de la banca minorista (el Bapro, se escuda desde hace décadas en los pactos pre existentes y en el Pacto de San Jose de Flores...para ponerse por arriba de la Constitucion nacional!!! y el actualmnete Banco Nación ocupa el rol activo en la relación con su supuesto regulador). Y periódicamente le cargan el fardo a los contribuyentes de sus respectivas jurisdicciones (como ha ocurrido, pro caso, numerosas veces en la Pcia de Buenos Aires). Por otra parte, hay aberraciones ostensibles provocadas por la competencia "política" entre jurisdicciones. ¿Cuál es el fundamento de tener en varios pueblos de la ´provincia de Buenos Aires a una sucursal del Nación y el Bapro pujando por los depósitos? ¿o al Banco Ciudad intentando instalarse en los nichos prosperos del interior?

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  11. Las diferencias pueden ser sustantivas, pero ANSES post-estatizacion de AFJP´s actúa un poco como banco de desarrollo, no?

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  12. Buena nota. Quisiera agregar que entre las alternativas extremas que sugiere el post -que proyectos sean financiados totalmente por una banca de desarrollo o, en caso de no existir, que sean financiadas totalmente por una banca privada- existe una amplia gama de instrumentos y vehículos que podrían dar un mix, donde participen en un mismo proyecto ambas.

    En la últimas dos décadas, los bancos privados han creado fondos de capital riesgo, fundaciones con fines sociales, fondos de inversión social, y otros vehículos que sí permiten financiar proyectos de baja rentabilidad y alto impacto social. En general, estos vehículos invierten en proyectos apoyados por fondos multilaterales o bien por bancos nacionales de desarrollo.

    Saludos,

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