miércoles, 31 de agosto de 2011

Dólar alto y licuadora cambiaria: Un problema de identificación

Escribiendo una pieza altamente especulativa sobre la pesetización (la salida del euro de España) a pedido de unos distinguidos colegas y políticos de la madre patria, vuelvo sobre un tema que creía entender y que sólo ahora entiendo del todo: las salidas devaluatorias de las crisis tienen menos que ver con la competitividad (el argumento del dólar o el euro alto) que con la redistribución de la riqueza.

Ya hace unos años, en varios trabajos académicos junto con mi distinguido coautor Federico Sturzenegger habíamos llegado a la conclusión que el efecto expansivo de la intervención cambiaria (en particular, del miedo a apreciar: la compra de dólares para ralentar la apreciación del tipo de la moneda) no pasaba por un boom exportador o una barrera a las importaciones tanto como por un aumento del ahorro y la inversión en asociación con una menor participación del trabajo en la distribución funcional del ingreso (léase: salarios relativamente bajos).

Frustrados en nuestra gesta por asociar el dólar alto al modelo exportador, terminamos concluyendo que lo los datos nos mostraban era una versión "moderna" de la historia historia de Díaz Alejandro: el dólar alto transfiere recursos de pobres a ricos. En la historia original, los ricos eran hacendados rentistas que invertían sus ingresos extraordinarios en el exterior: de ahí, caída de demanda y recesión doméstica, y salida de capitales. En la versión moderna, las rentas se reinvierten en el país, la inversión se recupera sin crédito (fondeada por capitales propios),. florece la construcción residencial (instrumento de ahorro de las clases medias altas) y el país crece.

El tema, que amerita una mirada empírica más rigurosa, no lleva a España y Argentina. Ciertamente, nuestro caso combina depreciación y restructuración (licuación de deudas públicas y privadas). La pregunta del millón es: ¿qué contribuyó cada uno al impulso de la actividad? Más en particular, crecimos por el dólar alto o por la licuación?

Y en línea con esto último, ¿en qué medida el dólar alto fue en primer lugar (gracias a la pesificación) el instrumento de licuación por excelencia?  Después de todo, una vez que sacamos la ganancia de los términos de intercambio que benefició a toda la región, ¿cuánto nos ha dado el dólar alto en términos de dinamización de exportaciones y sustitución de importaciones?

¿En qué medida la pregunta sobre la salida del euro -que implica en la práctica la pesetización de los contratos- no es en última instancia una pregunta sobre el tamaño de la licuacuión necesaria para salir arando del pozo?

(A principios de la década pasada, al defender el modelo de dólar alto solía dar el ejemplo del turismo, una "exportación" a la que la competividad precio ayudó a lanzar a un  nivel en el que puede sostenerse con precios más elevados. El prototipo de industria infantil beneficiada por una protección cambiaria temporaria. ¿Hay otros ejemplos?)

10 comentarios:

  1. Brillante, un post para los devaluomaniacos. "...el dólar alto transfiere recursos de pobres a ricos..."


    Pero tengo una duda: puede haber licuación sin devaluación (pesificación)?

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  2. Siempre una devaluación es un ajuste, y es verdad que transfiere recursos de pobres de a ricos exportadores o rentistas que tienen ingresos en dólares, por eso es necesario siempre los tipos de cambio múltiples que haga una "devaluación acomodaticia".
    Pero lo que no dice el post, es que en una devaluación hay un efecto sustitución entre capital y trabajo (salario como precio) y esto beneficia actividades empleo intensivas. Y si uno tiene mucho desempleo como Argentina en 2001 o España ahora una devaluación parece lo mejor. Hay que ver donde estábamos y donde estamos ahora.

    Y en cuanto a "industria incipiente" beneficiada, la industria de cables tanto de electrodomésticos como de música. La devaluación le dió la protección (para arancel) para limitar la competencia, y luego, con menos competencia conseguir la escala necesaria para que los costos de producción bajen para luego poder exportar en el mediano plazo pero estamos hablando de un proceso largo, pero muy pero muy beneficioso. Y hoy exportan con un dolar mucho más bajo que el del 2002, pero bueno ejemplo de ventajas estáticas dinámicas.
    Saludos.

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  3. Esteban: gracias por el ejemplo, debe haber. La defensa del "modelo", en cambio, era innecesaria, ya que el post era más positivo que normativo (lo que sea que le recomiendo a mis colegas gallegos no será público). Pero ya que sacás el tema, dos aclaraciones. Primero, la sustitución capital trabajo que mencionás es el dual del salario bajo que menciono, sólo que más elegante. Pero el impacto fundamental que intento (veo que infructuosamente) hacer en el post no es el efecto sobre los flujos (precios relativos) sino sobre los stocks (valuaciones). Por ejemplo: licúo el stock de deuda de las empresas y el stock de depósitos de la clase media (pero no de las clases altas que habían fugado sus ahorros), lo que genera una redistribución de la riqueza hacia los sectores con mayor propensión al gasto y la inversión. Éste es el plus que agrega la pesificación (y tal vez la principal razón idiosincrática de la recuperación argentina).

    Kuno: En relación a lo anterior, para la licuación necesitas las dos cosas: pesificación (de lo contrario la devaluación quiebra al deudor en dólares) y devaluación (de lo contrario la deuda sigue valiendo lo mismo en términos de los ingresos).

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  4. ELY, pareciera que no solo con la licuación (o simple quita) de pasivos salen del embrollo este. Aunque les quiten toda la deuda, lo que por supuesto será un gran alivio, de todas formas creo que van a seguir en problemas si no pueden ajustar su tipo de cambio.
    La eliminación o reducción de la deuda parece un paliativo pero solo para extender en el tiempo la cosa, pero para ponerse a trabajar y producir (hacer rodar la rueda nuevamente) parece que también hace falta lo otro.
    Saludos
    Propuesta al paso: Se debería proponer una tasa de interés universal para todos los estados, y lo que varía debería ser la cantidad que te prestan, o sea cuantos están dispuestos a hacerlo. Esto trae dos beneficios, nada de especuladores paseos de capitales por el mundo y haciendo daño y además fuerza a los estados a que no se sobre endeuden demasiado.

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  5. Y aunque la carga de la deuda se reduzca, la deflación no es un camino psicológicamente conveniente, a la gente no le gusta que le bajen nominalmente el sueldo, parece más efectivo por la vía de la depreciación.
    Esa es la gran complejidad de la economía, los seres humanos somos bastante especiales.

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  6. Magam: No estoy seguro. Con precios cayendo a la mitad, la cuenta corriente se financia con inversiones directas. No digo que sea la panacea (después de todo, hablamos de salidas extremas a una situación terminal) ni que sea sustentable (la inversión europea en activos españoles "baratos" fue el origen de la crisis actual), pero te da el espacio para intentar competir en productividad y no en precio. Eso, claro, si no te volvés a dormir con el canto de sirena de la entrada de capitales.

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  7. Magam: justamente, la deflación voltea gobiernos, la inflación genera milagros.

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  8. Me gustó la frase: “si no te volvés a dormir con el canto de sirena de la entrada de capitales”, comparto que es un arma de doble filo. Sobre todo para los seres humanos que tenemos esa extraña mezcla de genialidad/inteligencia y estupidez simultánea, difícil de describir.

    Por eso me gusta definir la entrada de capitales como un préstamo forzado, y que si no estás a la altura de usarlo adecuadamente terminás a la larga en la lona. Lo cual es lo más probable por el lado estúpido que tenemos, que parece ser predominante.

    Con unas monedas extras las personas son MUCHÍSIMO más propensas a “invertirla” (traducción: gastarlas) en bienes de consumo que en bienes de capital. De hecho en el día a día se confunde esa definición reiteradas veces, incluso en instituciones que les interesa su adecuada clasificación. Tampoco se sabe distinguir lo que es un activo de lo que es un pasivo, la mayoría ni siquiera por sentido común lo pueden deducir. La autocomplacencia y justificación subliminal termina cegando toda lógica racional (¿redundante?).

    Personalmente prefiero que las sociedades se metan dos tapones en los oídos (evitar el abrupto ingreso de capitales) y no escuchen el canto de sirena. Fijate ELY que muchas sociedades ni siquiera pueden invertir adecuadamente los recursos que ya tienen disponibles, mucho menos digerir una masa de guita que te desborda, te hace sentir rico y te la terminás patinando porque es mucho más placentero y más fácil de ejecutar.

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  9. Pero para que la licuadora funcione, primero tiene que haber deudas para licuar. Y si el retraso cambiario fue lo que te hizo endeudar en dólares (porque el viaje a Punta Canas era una pichincha, o porque la maquinaria alemana parecía una gran inversión), entonces la devaluación es necesaria, no tanto (o no sólo) para licuar (stocks), sino también para terminar con la tentación de endeudarte en moneda extranjera (flujos). Lo que en definitiva nos devuelve a la competitividad: Villa Gesell vuelve a "competir" con Punta Canas, y el trabajo (argentino) vuelve a competir con la maquinaria (alemana).

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  10. PC: Discutible, dado que no hay nada más tentador para el inversor que un activo barato en dólares (como España a fines de los 90s). Por otro lado, creo que persiste la confusión entre deuda e inversión extranjera (y entre deuda en dólares y deuda en pesos o pesetas). La crisis europea fue de endeudamiento en moneda extranjera, la crisis americana no fue de endeudamiento externo sino de un exceso de securitización que generó riesgo de contraparte y paralizó el sistema financiero. Todas las crisis financieras se asocian trivialmente a alguna forma de deuda (sin deuda no hay sistema financiero) pero no creo que sean todas iguales como algunos economistas mediáticos nos quieren vender.

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